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viernes, 4 de marzo de 2011

La Cuaresma


La Cuaresma nos recuerda los 40 días que Jesús pasó en el desierto. “El Espíritu empujó a Jesús al desierto”. Nos invita a entrar en desierto con los pies descalzos y las manos vacíasEl Evangelio nos recuerda: “A continuación el Espíritu le empujó a Jesús al desierto, y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Vivía entre alimañas y los ángeles le servían”. (Mc 1:12 – 13)
Durante estos cuarenta días Jesús se enfrenta con la esencia de su ser. Las preguntas que le hace Satanás, en un principio destinadas a despistarle hacen lo contrario; le ayudan a clarificar lo verdaderamente esencial en su vida. Podemos utilizar este tiempo para ir al centro de nuestro ser, y abordar de nuevo nuestra verdad.
Intuimos las pruebas, las tentaciones y la vulnerabilidad que vamos a encontrar cuando intentemos reflexionar, dejar, desprendernos, de aquello que en el fondo del alma sentimos necesario cambiar. Necesitamos la alternativa del silencio y de la soledad para ser libres y gozar de la libertad de los hijos de Dios. Necesitamos tener cada día de cuaresma un tiempo de desierto. No hace falta ir al desierto, sino entrar en nosotros mismos. El desierto somos nosotros. Podemos entrar cuando y en donde queramos. Depende de nuestro querer. Dejemos que el Espíritu nos empuje al desierto, nos asista en la lucha contra el mal, abra nuestros oídos y corazón a la Palabra y nos prepare a vivir el misterio pascual y ¡sobre todo! ser renovados por él.

Cuando intentemos abrirnos para vivir nuestra llamada a la santidad, a una vida cada vez más integra. Dios que conoce nuestras heridas, sabe que en la vida de Cristo, en sus palabras, en su experiencia de sanación y en su paso por el Misterio Pascual, encontraremos el bálsamo que nos sana. Cuaresma es eso: un tiempo para volver a mirar nuestros sueños, para recorrer el álbum de fotos de la vida y constatar que no siempre fue así, que podemos reconectar con toda nuestra vitalidad truncada por ese acontecimiento que nos aniquiló nuestra capacidad de volar.
La Iglesia se atreve a proponernos este ejercicio año tras año porque  tiene la confianza plena que ni la " tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada, que ni la muerte, ni la vida" nos puede separar el amor de Padre.



Cómo San Francisco pasó una Cuaresma
en una isla del lago de Perusa
con sólo medio panecillo


Al verdadero siervo de Dios San Francisco, ya que en ciertas cosas fue como un segundo Cristo dado al mundo para la salvación de los pueblos, quiso Dios Padre hacerlo, en muchos aspectos de su vida, conforme y semejante a su Hijo Jesucristo, como aparece en el venerable colegio de los doce compañeros, y en el admirable misterio de las sagradas llagas, y en el ayuno continuo de la santa cuaresma, que realizó de la manera siguiente:


Hallándose en cierta ocasión San Francisco, el último día de carnaval, junto al lago de Perusa en casa de un devoto suyo, donde había pasado la noche, sintió la inspiración de Dios de ir a pasar la cuaresma en una isla de dicho lago. Rogó, pues, San Francisco a este devoto suyo, por amor de Cristo, que le llevase en su barca a una isla del lago totalmente deshabitado y que lo hiciese en la noche del miércoles de ceniza, sin que nadie se diese cuenta.
Así lo hizo puntualmente el hombre por la gran devoción que profesaba a San Francisco, y le llevó a dicha isla. San Francisco no llevó consigo más que dos panecillos. Llegados a la isla, al dejarlo el amigo para volverse a casa, San Francisco le pidió encarecidamente que no descubriese a nadie su paradero y que no volviese a recogerlo hasta el día del jueves santo. Y con esto partió, quedando solo San Francisco.

Como no había allí habitación alguna donde guarecerse, se adentró en una espesura muy tupida, donde las zarzas y los arbustos formaban una especie de cabaña, a modo de camada; y en este sitio se puso a orar y a contemplar las cosas celestiales. Allí se estuvo toda la cuaresma sin comer otra cosa que la mitad de uno de aquellos panecillos, como pudo comprobar el día de jueves santo aquel mismo amigo al ir a recogerlo; de los dos panes halló uno entero y la mitad del otro. Se cree que San Francisco lo comió por respeto al ayuno de Cristo bendito, que ayunó cuarenta días y cuarenta noches, sin tomar alimento alguno material. Así, comiendo aquel medio pan, alejó de sí el veneno de la vanagloria, y ayunó, a ejemplo de Cristo, cuarenta días y cuarenta noches.

Más tarde, en aquel lugar donde San Francisco había hecho tan admirable abstinencia, Dios realizó, por sus méritos, muchos milagros, por lo cual la gente comenzó a construir casas y a vivir allí. En poco tiempo se formó una aldea buena y grande. Allí hay un convento de los hermanos que se llama el convento de la Isla (3). Todavía hoy los hombres y las mujeres de esa aldea veneran con gran devoción aquel lugar en que San Francisco pasó dicha cuaresma.
En alabanza de Cristo bendito. Amén.

Florecillas de San Francisco 
Capítulo VII


La Cuaresma Franciscana
   
San Francisco practicaba la cuaresma prácticamente todo el año. Durante todo el año sabía conjugar: Amor, Mortificación, Desierto, pobreza, Belleza y Gloria de las Creaturas y que mejor que experimentarlo con la Naturaleza.

Gustaba de hacer cinco cuaresmas distintas:

1.LA CUARESMA GRANDE: va del Miércoles de Ceniza al Viernes Santo. Es la que más se conoce y se practica. Es la Cuaresma de Cuaresmas y en ellas querías imitar a Cristo.

2.La Cuaresma de Adviento: es otro período penitencial que tu exhortabas a los frailes para que lo practicaran, pues es el tiempo preparatorio para el nacimiento del Niño Dios. En ella se meditaba también sobre la humildad del Hijo de Dios que asume la forma de siervo al nacer en condición de extrema pobreza y mortificación.

3.Cuaresma de Epifanía: en ella el Seráfico Padre se prepara para la manifestación gloriosa del Niño Dios.

4.Cuaresma de San Miguel: es propia de San Francisco, iniciándola el día de la Asunción y termina el día de San Miguel. Es durante una de estas Cuaresmas, cuando recibió los estigmas de Nuestro Señor Jesucristo.

5.Cuaresma de la Fiesta de San Pedro y San Pablo: que va desde esa Fiesta, hasta el día de la Asunción. En ella se resalta la experiencia de estar en comunión con la jerarquía, principalmente con el Papa.


Oración, ayuno y misericordia son inseparables
De los sermones de San Pedro Crisólogo, obispo y Padre de la Iglesia.
(Sermón 43: PL 52, 320. 322)

La oración llama, el ayuno intercede, la misericordia recibe.
Tres son, hermanos, los resortes que hacen que la fe se mantenga firme, la devoción sea constante, y la virtud permanente. Estos tres resortes son: la oración, el ayuno y la misericordia. Porque la oración llama, el ayuno intercede, la misericordia recibe. Oración, misericordia y ayuno constituyen una sola y única cosa, y se vitalizan recíprocamente.

El ayuno, en efecto, es el alma de la oración, y la misericordia es la vida del ayuno. Que nadie trate de dividirlos, pues no pueden separarse. Quien posee uno solo de los tres, si al mismo tiempo no posee los otros, no posee ninguno. Por tanto, quien ora, que ayune; quien ayuna, que se compadezca; que preste oídos a quien le suplica aquel que, al suplicar, desea que se le oiga, pues Dios presta oído a quien no cierra los suyos al que le súplica.

Que el que ayuna entienda bien lo que es el ayuno; que preste atención al hambriento quien quiere que Dios preste atención a su hambre; que se compadezca quien espera misericordia; que tenga piedad quien la busca; que responda quien desea que Dios le responda a é1. Es un indigno suplicante quien pide para si lo que niega a otro.

Díctate a ti mismo la norma de la misericordia, de acuerdo con la manera, la cantidad y la rapidez con que quieres que tengan misericordia contigo. Compadécete tan pronto como quisieras que los otros se compadezcan de ti.

En consecuencia, la oración, la misericordia y el ayuno deben ser como un único intercesor en favor nuestro ante Dios, una única llamada, una única y triple petición.

Recobremos con ayunos lo que perdimos por el desprecio; inmolemos nuestras almas con ayunos, porque no hay nada mejor que podamos ofrecer a Dios, de acuerdo con lo que el profeta dice: Mi sacrificio es un espíritu quebrantado: un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias. Hombre, ofrece a Dios tu alma, y ofrece la oblación del ayuno, para que sea una hostia pura, un sacrificio santo, una víctima viviente, provechosa para ti y acepta a Dios. Quien no dé esto a Dios no tendrá excusa, porque no hay nadie que no se posea a si mismo para darse.

Mas, para que estas ofrendas sean aceptadas, tiene que venir después la misericordia; el ayuno no germina si la misericordia no lo riega, el ayuno se torna infructuoso si la misericordia no lo fecundiza: lo que es la lluvia para la tierra, eso mismo es la misericordia para el ayuno. Por más que perfeccione su corazón, purifique su carne, desarraigue los vicios y siembre las virtudes, como no produzca caudales de misericordia, el que ayuna no cosechará fruto alguno.

Tú que ayunas, piensa que tu campo queda en ayunas si ayuna tu misericordia; lo que siembras en misericordia, eso mismo rebosará en tu granero. Para que no pierdas a fuerza de guardar, recoge a fuerza de repartir; al dar al pobre, te haces limosna a ti mismo: porque lo que dejes de dar a otro no lo tendrás tampoco para ti.

Del Oficio de Lectura, Martes III de Cuaresma.



La Cuaresma hace referencia a los 40 días de preparación que dispone la Iglesia Católica Apostólica Romana (también algunas Iglesias Católicas Ortodoxas y unas evangélicas) para poder vivir adecuadamente la Semana Santa.

La palabra Cuaresma deriva de la palabra latina "quadragesima " que significa, literalmente, "cuarenta días" o "cuadragésima". 40 es un número simbólico en la Biblia, fueron 40 los años de Israel en el desierto con Abraham, 40 son los días que duró el diluvio que cayó sobre todo el mundo y del que Noé salvó a su familia y muchas especies de animales, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, como son 40 los días que se tomó Jesús en el desierto para alimentarse espiritualmente para poder vivir su Pasión, Muerte y Resurrección. En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo material, seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida en la tierra, seguido de pruebas y dificultades.

La Cuaresma se inició en el Siglo IV Después de Cristo, alcanzó primero una gran adhesión en las Iglesias orientales más que en Occidente. Durante el Siglo X la Iglesia ya la oficializa como uno de los momentos más fuertes del calendario litúrgico.

Este tiempo da comienzo con el denominado Miércoles Ceniza y finaliza en el Jueves Santo luego de la Celebración de la Última Cena; es decir, incluye cinco domingos en los cuales las lecturas del Evangelio rondan sobre el continuo llamado a la conversión, la importancia de realizar ayuno y penitencia y no perder de vista el peligro del pecado.

Cuaresma es eso: un tiempo para volver a mirar nuestros sueños, para recorrer el álbum de fotos de la vida y constatar que no siempre fue así, que podemos reconectar con toda nuestra vitalidad truncada por ese acontecimiento que nos aniquiló nuestra capacidad de volar.

Y la Iglesia se atreve a proponernos este ejercicio año tras año porque  tiene la confianza plena que ni la " tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada, que ni la muerte, ni la vida" nos puede separar el amor de Padre.

No se entiende la Cuaresma si no es en función de la PASCUA.

El tiempo de Cuaresma empieza el Miércoles de Ceniza y acaba el Jueves Santo. En ese período no se canta el "Aleluya" ni se recita el "Gloria".

En los primeros tiempos, la Cuaresma era un período de preparación intensiva al Bautismo, que se celebra en la noche de Pascua.

El ser bautizado exige una coherencia y un cambio de mentalidad.

TIEMPO DE CAMBIO

El Miércoles de Ceniza se nos dice: "Convertíos y creed el Evangelio". La Cuaresma es pues, un tiempo de conversión. Convertirse significa "volver", "cambiar", "corregir el camino" "Renovarse"El cambio que queremos es pasar del "hombre viejo" al "hombre nuevo". "Hombre viejo" es el que vive a espaldas de Cristo y del Evangelio. "Hombre nuevo" es el que sigue a Jesús y vive según el Evangelio. ¿Tú eres un "hombre viejo" o un "hombre nuevo"? Piénsalo bien, ¡hombre! Algunos cristianos creen que la conversión es sólo para los paganos y herejes.. Y, claro, no necesitan la Cuaresma. Otros piensan que con no comer carne los viernes o dejar de fumar ya han cumplido... ¡No! Si no hay cambio, no hay Cuaresma. Cuaresma es cambiar de vida.

 CAMBIAR EL CORAZÓN 

 
El Miércoles de Ceniza es día de ayuno y abstinencia.
 Los Viernes de Cuaresma son días de abstinencia.
 Ayunar por ayunar no tiene sentido 
y no hace a la gente mejor... 
Sobre todo en un mundo en que 
muchos ayunan, no porque es Cuaresma, 
sino porque no tienen qué comer.
Abstenerse de comer carne es un signo
 que tiene su importancia por lo que significa.
El ayuno y la abstinencia son
 "signos de conversión". 
No son "la conversión".

El ayuno es signo de que tú:
- quieres "ayunar de pecados"
- te solidarizas con los hambrientos
- prefieres el pan de la Palabra
- frenas el consumismo
- quieres compartir lo tuyo.

La abstinencia es signo de que tú:
- quieres abstenerte del pecado
- no te comes el pan de los pobres
- te "mantienes en forma" por dentro.

Lo que interesa es cambiar el corazón.

"CONVERTÍOS Y CREED EL EVANGELIO"


La Cuaresma es un tiempo de renovación para la comunidad. 0 la hacemos todos juntos o no es Cuaresma. Hace Cuaresma: la pareja, la familia, el grupo, la parroquia, la comunidad. Nadie hace la Cuaresma solo. Si los creyentes de este país cambian, todo el país hará el cambio. La Cuaresma ayuda a cambiar la sociedad. El modelo del cambio está en el Evangelio, la Palabra de Dios.  Cuaresma es un tiempo favorable para el anuncio y la escucha de la Palabra. San Jerónimo decía: "Ignorar el Evangelio es ignorar a Cristo". Jesús decía: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de mi Padre". La lectura del Evangelio en familia, las convivencias, los Ejercicios Espirituales, los cultos de las Hermandades... son momentos privilegiados para escuchar la Palabra de Dios. No cierres tus oídos a la Palabra.

LA CUARESMA Y EL HOMBRE DE HOY


El hombre de hoy es un poco autosuficiente y algo olvidado de Dios. Confía demasiado en la razón y, a veces se cierra a la fe, ¿no te parece? El hombre de hoy piensa que la Cuaresma es para los "carrozas" y los "carcas": "ya no se estila". Dicen que el hombre de hoy ha perdido la conciencia de pecado. ¿Será verdad que ya no hay pecados? ¿0 será que el hombre de hoy necesita más que ningún otro convertirse? Lo que pasa es que convertirse es algo complicado. Cuando el hombre de hoy comprenda lo serio que es cambiar de vida y poner en cuarentena el corazón, entonces se dará cuenta que necesita la Cuaresma. El hombre de hoy es el hombre del evangelio, porque el evangelio siempre es de hoy. Todos somos hombres de hoy, que necesitamos una Cuaresma de "hoy". 


La Cuaresma, camino hacia la Pascua


Ante un mundo que divide y enfrenta a los hombres, un mundo que se está deshumanizando y crea soledad, nos urge abrirnos y convertirnos más a Dios. La cuaresma es tiempo privilegiado para escuchar la Palabra de Dios, no con oídos sordos sino con apertura de corazón que nos lleve a convertirnos mediante el sacramento de la reconciliación, la vida sacramental y la solidaridad con quienes nos rodean.

La cuaresma tiene una meta, un punto de llegada que es la Pascua; no hay cuaresma auténtica sin Pascua; esta cuaresma nos invita a centrar los ojos en Jesucristo y a seguirlo hasta la Pascua, es decir, hasta la entrega de la propia vida; por eso para los católicos la cuaresma es tiempo fuerte de oración, ayuno y limosna; oración, ayuno y limosna son signos que muestran nuestra conversión y seguimiento fiel de Jesucristo.

¿Qué encierra para el católico la oración, el ayuno y la limosna? ¿Qué entiende, enseña y vive la Iglesia desde sus orígenes?

Oración Cristiana.


Orar es hablar, relacionarse, tratar con Dios al estilo de Cristo; de ahí el nombre de oración cristiana; hoy es palpable, en no pocos, no solo la falta de relación y trato con Dios sino hasta el olvido de Dios. Buscar y hacer la voluntad de Dios constituye el corazón de la oración cristiana; de allí la enseñanza de Cristo “hágase tu voluntad”.

En la oración acudimos a Dios porque lo necesitamos para realizarnos y para vencer el mal solos nunca lo lograremos; el egoísta y orgulloso nunca es feliz, nunca logra su realización, nunca proyecta amor. La oración cristiana sostiene y fecunda las actividades y la misma vida humana.

Es necesario ejercitarnos en la oración personal, familiar y comunitaria; no olvidemos que la auténtica oración cristiana siempre culmina en la oración litúrgica, en la vida sacramental.

Ayuno


El ayuno cristiano está muy lejos del masoquismo y de la protesta; no es difícil hoy constatar “ayunos” como medio de protesta social: huelgas de hambre; también se acude al ayuno para mejorar la salud o estar en forma: dietas médicas, ejercicios físicos, etc.

El ayuno cristiano es mucho más que todo esto y su diferencia es clara; ayunar cristianamente es abstenerse de alimentos, sacrificarse y ejercitar el cuerpo para estar siempre disponible al amor de Dios, para ser más sensible a la vida de amor y de caridad, para abrirse más a Dios y a los demás. El ayuno cristiano siempre está en función de la caridad; si es auténtico, siempre se proyecta en el compartir y en la solidaridad. El ayuno cristiano siempre va unido a la oración; fortalece la oración, dispone el cuerpo al querer de Dios; por esto, en los tiempos fuertes y en situaciones apremiantes, la Iglesia pide unir el ayuno a la oración, por ejemplo, el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo; de aquí las palabras de Jesucristo: “Esta clase de demonios no puede salir con nada, sino con oración y ayuno” (Mc 9, 29).

Como el atleta que no deja de hacer ejercicio y entrena hasta vencer los obstáculos para lograr las metas propuestas, el creyente no deja de hacer penitencia hasta mantenerse unido a Dios y ser capaz de vencer el mal. El ayuno fortalece el espíritu, eleva a Dios, abre a Dios y a los demás, debilita las fuerzas del mal: egoísmo, sensualidad, inclinaciones al mal, pasiones.
Limosna


La limosna, en la tradición cristiana, es expresión de caridad, de solidaridad, de fraternidad; es un medio que muestra tomar con seriedad el mandamiento del Señor: “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mc 12, 31). No hemos de reducir la limosna a dar de lo que sobra sino compartir de aquello que necesitamos, dar-compartir “hasta donde nos duela”. Aquí se inserta el espíritu cristiano del ayuno: dar a los necesitados lo que no comemos o ahorramos; como decía San Agustín: “que nuestros ayunos alimenten a los que no tienen que comer”.

La limosna no se reduce solo a compartir lo material. Es necesario dar limosna también compartiendo nuestro tiempo, nuestras cualidades, capacidades, influencia en bien de los más necesitados; en este sentido urge la limosna de parte de padres de familia, maestros, servidores públicos, sacerdotes, jóvenes, en el campo de la salud y de la justicia.

La Conversión


La ceniza es un signo penitencial; expresa la disponibilidad del creyente para enderezar la vida según Dios, la decisión de emprender el camino de conversión que pasa por el sacramento de la Reconciliación y la participación activa y consciente de la Eucaristía. La oración, el ayuno y la limosna son medios concretos que mueven y sostienen al creyente a seguir de cerca a Cristo hasta la Pascua, es decir, hasta darse como Él.

En este espíritu exhorto a los sacerdotes, religiosas y fieles laicos a que en todas las comunidades se revisen, purifiquen y fortalezcan las expresiones religiosas para que sean realmente expresión del auténtico sentido de la cuaresma por el cual fueron instituidos.

Cuidemos que donde se celebra la fiesta del carnaval termine ésta antes del miércoles de ceniza; que las “fiestas” de los viernes de cuaresma se relacionen más a los sacramentos de la Confesión y de la Eucaristía para avanzar realmente en la reconciliación personal, familiar y social ya que, en el espíritu de la cuaresma, los viernes son momentos penitenciales fuertes de la comunidad cristiana; que los bailes de la noche de pascua reflejen la alegría sana de la Resurrección del Señor pero ténganse siempre después de la celebración de la Vigilia Pascual. Es también importante rescatar el sentido de los domingos de cuaresma como momentos que marcan los pasos graduales del proceso evangelizador tanto de los catecúmenos como de todo bautizado en la maduración de la fe y seguimiento fiel de Jesucristo.

Pido a mis hermanos sacerdotes dedicar más tiempo al sacramento de la Confesión; además del tiempo fuerte programado en la semana, hacerlo también diario antes y después de la misa en cuanto sea posible; estoy seguro que los fieles lo irán aprovechando cada vez más. Dada la escasez de sacerdotes y las distancias, con el fin de acercar la misericordia y el perdón de Dios a los fieles que, habiendo caído en censuras y penas como la prevista en el canon 1398, solicitan arrepentidos el sacramento de la penitencia, en el espíritu del canon 508 concedo a todos los sacerdotes de la arquidiócesis la facultad para absolver de censuras y penas no declaradas ni reservadas a la Santa Sede, exclusivamente desde el miércoles de ceniza a la Vigilia Pascual. Es importante que los sacerdotes nos preparemos para este ministerio, cuidemos las condiciones para absolver en estos casos y ofrezcamos la orientación y penitencia medicinal adecuada.Con mi oración y bendición para todos.
Oaxaca, Oaxaca febrero 6 de 2005.
+José Luis Chávez Botello.
Arzobispo de Antequera-Oaxaca.

FUENTE: Noticias Oaxaca Mex.


Miércoles de Ceniza


El miércoles de ceniza se abre una estación espiritual particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente para la preparación del misterio pascual, o sea, el recuerdo de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.

Este tiempo vigoroso del Año Litúrgico se caracteriza por el mensaje bíblico que puede ser resumido en una sola palabra: "matanoeiete", es decir "Convertíos". Este imperativo es propuesto a la mente de los fieles mediante el rito austero de la imposición de ceniza, el cual, con las palabras "Convertíos y creed en el Evangelio" y con la expresión "Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás", invita a todos a reflexionar acerca del deber de la conversión, recordando la inexorable caducidad y efímera fragilidad de la vida humana, sujeta a la muerte.

La sugestiva ceremonia de la Ceniza eleva nuestras mentes a la realidad eterna que no pasa jamás, a Dios; principio y fin, alfa y omega de nuestra existencia. La conversión no es, en efecto, sino un volver a Dios, valorando las realidades terrenales bajo la luz indefectible de su verdad. Una valoración que implica una conciencia cada vez más diáfana del hecho de que estamos de paso en este fatigoso itinerario sobre la tierra, y que nos impulsa y estimula a trabajar hasta el final, a fin de que el Reino de Dios se instaure dentro de nosotros y triunfe su justicia.

Sinónimo de "conversión" es así mismo la palabra "penitencia"... Penitencia como cambio de mentalidad. Penitencia como expresión de libre y positivo esfuerzo en el seguimiento de Cristo.
Juan Pablo II, Discurso del 16-2-1983

Prácticas del Miércoles de Ceniza
El Miércoles de Ceniza la Iglesia procura marcar el inicio de la Cuaresma recordándonos a los cristianos que somos creaturas, que esta vida es tan sólo una preparación y que nuestro verdadero destino es llegar a Dios en la vida eterna. Por lo tanto ese Miércoles recomienda hacer penitencia guardando el ayuno y absteniéndose de comer carne, procurando confesarse y participando en la liturgia de la imposición de la ceniza.

Origen de la costumbre: Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.

En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un “hábito penitencial”. Esto representaba su voluntad de convertirse.

En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.


Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.
También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.

La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo.

Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.

Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.

Significado del Carnaval 
al inicio de la Cuaresma


La palabra carnaval significa adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino también leche, huevo, etc.)
Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la cuaresma.

Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar también todos los actos de los cuales se “arrepentirían” durante la cuaresma, enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma exagerada, tal como sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de algunas ciudades, como en Río de Janeiro o Nuevo Orleans.

El Ayuno y la Abstinencia



El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

En el Antiguo y Nuevo Testamento, hay muchos ejemplos de ayuno. Jesús ayunó con frecuencia. Según la tradición, el ayuno se recomienda especialmente en épocas de gran tentación o severas pruebas. "Ciertos demonios pueden ser expulsados solo con oración y el ayuno", dijo Jesús. (Marcos 9:29)

El ayuno es esencial para alcanzar la libertad espiritual. A través del ayuno, uno es más capaz de escuchar a Dios y percibir con mayor claridad nuestro lo que ocurre a nuestro alrededor. Si, a través del ayuno, se consigue la libertad y el ser más conscientes de muchas cosas. Una vez que somos conscientes de que podemos descubrirlo muchos temores y preocupaciones se desvanecen. Llegamos a ser más abiertos a nuestras familias y para las personas con quienes vivimos y trabajamos. Nuestra Señora recomienda ayunar dos veces a la semana: "Ayunen estrictamente los miércoles y viernes." (14 de agosto de 1984)

Ella nos invita a aceptar esto "un mensaje difícil con una voluntad firme. " Ella nos pide que "Perseveremos en el ayuno". (25 de junio de 1982)

"El mejor ayuno es a pan y agua. Con el ayuno y la oración podemos detener las guerras, se pueden suspender las leyes naturales de la naturaleza. Las obras de caridad no pueden reemplazar el ayuno ... Todo el mundo, excepto a los enfermos, debe ayunar." (21 de julio de 1982)

Tenemos que darnos cuenta del poder del ayuno. Ayunar significa hacer un sacrificio a Dios, para ofrecer no sólo nuestras oraciones, sino también para que todo nuestro ser participe en el sacrificio. Debemos ayunar con amor, por una intención especial, y para purificarnos a nosotros mismos y al mundo. Debemos ayunar porque amamos a Dios y quieremos ser soldados que ofrecemos nuestros cuerpos en la batalla contra el mal.

La Oración



La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.

Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:

La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior.

La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.

La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar.

El Sacrificio 



Al hacer sacrificios (cuyo significado es “hacer sagradas las cosas”), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará. “ (Mt 6,6)”

Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección.
Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos, de analizar como es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean.

En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también llamado confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle adecuadamente.


Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.

El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido (como decimos en el Credo: en pensamiento, palabra, obra y omisión), no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.

La confesión de nuestros pecados.- el arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.

La penitencia que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos continuar con la oración, que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.

Y finalmente la Conversión que como hemos dicho es ir hacia delante, es el seguimiento a Jesús.

Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber perdonado sinceramente a los demás.

Y terminemos recorriendo al revés nuestra frase inicial, diciendo que debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras acciones y nuestras palabras.

Sugerencias para vivir la fiesta
· Asistir a la iglesia a ponerse ceniza con la actitud de conversión que debemos tener.
· Leer la parábola del hijo pródigo, San Lucas 15, 11-32 o el texto evangélico de San Mateo 6, 1-8.
  pastoraljavierdenavarra.blogspot.com



El ayuno que agrada a Dios

Ayuna de juzgar a otros, llénate del Cristo que vive en ellos.

Ayuna palabras hirientes, llénate de frases que purifican.

Ayuna de descontento, llénate de gratitud.

Ayuna de enojos, llénate de paciencia.

Ayuna de pesimismo, llénate de optimismo.

Ayuna de preocupaciones, llénate de confianza en Dios.

Ayuna de quejarte, llénate de apreciar a lo que te rodea.

Ayuna de presiones que no cesan, llénate de oraciones.

Ayuna de amargura, llénate de perdón.

Ayuna de importancia de ti mismo,llénate de comprensión a los demás.

Ayuna de ansiedad personal, llénate de la paz de Dios.

Ayuna desaliento, llénate de esperanza eterna en Jesús.

Ayuna pensamientos de debilidad,llénate de las promesas del Señor.

Ayuna de todo lo que te separe de Jesús,¡llénate de Amor!

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