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lunes, 11 de abril de 2011

Cuaresma, tiempo para volver a la casa del Padre...





LA PARABOLA DEL HIJO PRODIGO
Dios es nuestro Padre
( Lucas, 15, 1-3.11-32 )

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús todos los publicanos y los pecadores para oírle. Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Éste acoge a los pecadores y come con ellos. 
Jesús les dijo esta parábola: 
Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. «Cuando se lo había gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pues nadie les daba nada. Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros." 
Y, levantándose, partió hacia su padre.
«Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus siervos: "Daos prisa; traed el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en la mano y unas sandalias en los pies. 
Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado". Y comenzaron la fiesta. 
Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Él le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano."

El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le rogaba. Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!"
Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo había muerto, y ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido hallado."



Parábola del Hijo Pródigo
Dibujos Animados







Esta historia contada por Jesús narra el viaje espiritual de todo ser humano. Un viaje que le lleva lo más lejos posible de Dios en su búsqueda de sentido, propósito y realización. Un viaje motivado por la creencia de que la vida al margen de Dios es una alternativa mejor.

El protagonista de esta narración decidió volver a casa. Su experiencia vital no fue la que esperaba. Sus expectativas no se vieron cumplidas y optó por regresar junto a su padre.

Es una historia bonita, el regreso del hijo perdido, pero lo cierto es que no todos los hijos regresan a casa. Muchos nunca vuelven, y no lo hacen por diferentes razones. Algunos de ellos se ven impedidos por su orgullo. No siempre es fácil aceptar que la aventura de vivir independiente ha terminado en fracaso. Reconocer que los sueños no se han cumplido, las expectativas no se han satisfecho.

Otros deciden no regresar porque no creen que la solución consista en volver al lugar de donde salieron. Ya lo conocen, ya lo han visto, ya lo han experimentado, ya saben lo que puede dar de sí y, consecuentemente, no es una opción que puedan considerar.

También hay aquellos que tienen una visión equivocada del padre. Creen que si regresan lo único que les espera es juicio, condena, rechazo y el típico, "lo ves, ya te dije que las cosas no irían bien" Ya es bastante duro tener que lidiar con el fracaso personal para además, añadir el juicio, el reproche y la condenación de los demás y tal vez, incluso el rechazo.

Pero hemos de ser honestos y sinceros. No todos fracasan en su viaje alejándose de Dios. Existen muchas personas que están satisfechas, llenas y realizadas y consideran que su decisión de marchar de la casa del padre fue la mejor que podían tomar.

Pero nosotros, como seguidores de Jesús, nos sentimos identificados con el muchacho que decide volver a la casa del Padre, porque entendemos que allí existe la posibilidad de encontrar todo aquello que fuera no encontramos o, si lo encontramos, no nos satisfizo como esperábamos

Aquel muchacho tenía una visión muy realista de lo que podía esperar al regresar al hogar paterno. No soñaba con volver a ocupar su lugar como hijo. Lo máximo a lo que aspiraba era a ser admitido como un trabajador, como un empleado de su padre. Era muy consciente que lo que había hecho -pedir en vida la herencia del padre- equivalía a una tremenda ofensa -en la cultura del próximo oriente, su petición, cuando el progenitor todavía vivía, equivalía a expresar su deseo de que el padre estuviera ya muerto. Con la esperanza de ser aceptado como un simple empleado emprendió el regreso a casa.

La distancia cultural con el tiempo de Jesús puede impedirnos apreciar los detalles que, sin ninguna duda, no pasaron desapercibidos para los oyentes que escuchaban su narración.

En primer lugar, Jesús indicó que el padre, cuando todavía estaba lejos, corrió a su encuentro. Dos aspectos culturales muy importantes. Primero, el padre corrió. En oriente medio una persona respetable nunca corre. Esa conducta sería totalmente reprochable y deshonrosa a los ojos de sus vecinos. Aquel padre se estaba poniendo en ridículo a los ojos de sus amigos y vecinos. ¿Qué llevó a aquel hombre respetable a actuar de esa manera?

La vida de su hijo. La conducta de aquel muchacho había sido tan grave que según las leyes de aquel tiempo, cualquier persona del lugar, al ver volver al hijo que había deshonrado a su padre, tenía pleno derecho a matarlo. Es cierto, así lo indican las leyes del Antiguo Testamento (Deuteronomio 21:18-20). La única manera de salvarlo era abrazarlo antes de que alguien pudiera quitarle la vida. El abrazo era la señal que el padre había perdonado a su hijo y, por tanto, preservaba su vida. A aquel padre no le importó el ridículo que comportaba correr si con ello podía salvarlo.

En segundo lugar, El anillo en el dedo. El padre pide que se le coloque un anillo en su dedo. El simbolismo es muy grande. El anillo es el símbolo de pertenencia a la familia. El hijo era recibido de nuevo como miembro de la misma. No era aceptado como un simple trabajador, era aceptado con todos sus derechos como integrante del grupo familiar.

En tercer lugar, calzado en sus pies. También esta acción está cargada de valor simbólico. Sólo los siervos iban descalzos, no así los miembros de la familia. El padre está indicando claramente el status en el que el muchacho es aceptado. No como siervo o empleado, sino como hijo.

Finalmente, ordena que se celebre fiesta. No es el tiempo de los reproches. No palabras de juicio, recriminación, condena o nada similar. Es el tiempo de celebración, de disfrutar, porque el hijo que se había perdido ha sido recuperado sano y salvo.

Esta historia narra tu viaje espiritual y el mío. Jesús restaura nuestra relación rota con Dios. Cuando nos convertimos -cambiamos de dirección, nos reorientamos- Él nos acepta como sus hijos y de nuevo nos incorpora a su familia con todos los derechos. Ya no hay necesidad de seguir escondiéndonos de Dios, puesto que nos espera y nos acepta con los brazos abiertos. La ruptura con Dios ha quedado restaurada. De nuevo en casa, de nuevo hijos, de nuevo herederos.

Detente un momento, da gracias a Dios porque la ruptura en tu relación con Él ha sido restaurada, porque te ha convertido en su hijo y heredero. Después lee lo que al respecto el apóstol Pablo -otro seguidor de Jesús- escribió a los cristianos que se reunían en la ciudad de Efeso

Tiempo hubo en que vuestras culpas y pecados os mantenían en estado de muerte... Pero la piedad de Dios es grande e inmenso su amor hacia nosotros. Por eso, aunque estábamos muertos en razón de nuestras culpas, nos hizo revivir junto con Cristo -¡Vuestra salvación es pura generosidad de Dios!- (Efesios 2:1-10)


La Reconciliación
¿Incapaces de reconocernos pecadores?


Vivimos en una sociedad agobiante y estresante (estudios, trabajo, horarios...). La gente no tiene ganas de complicarse la vida ni de meterse en rollos que cuestionen la propia forma de ser o de actuar como para venir encima con el tema del pecado y todo lo que ello supone de cuestionamientos personales y colectivos. La palabra "pecado" está pasada de moda y es posible que la hayamos excluido de nuestro vocabulario, pero un cristiano debe plantearse este problema: ¿Qué es el pecado para mi?...

El pecado no consiste en una lista cerrada de comportamientos que hemos de evitar uno por uno para ir al cielo. El pecado consiste simplemente en una desviación del proyecto que Dios tiene para nosotros y nosotros con El. Es una situación de desamor, y por tanto, de alejamiento de Dios y de los hermanos.

Sin embargo, a día de hoy y en una sociedad donde todo vale hemos dejado de plantearnos estos problemas y somos incapaces de reconocernos pecadores. Hemos pasado de una época donde todo era pecado a una donde nada es pecado.

Es necesario que el cristiano se mire a sí mismo en un ejercicio de humildad, aceptándonos como somos, y con nuestras propias debilidades reconozcamos que de vez en cuando nuestra voluntad nos aleja de Dios y de los hermanos.

No hace falta matar a alguien para reconocerse pecador... piensa en las veces en las que tu mal humor hace que el ambiente en casa no sea el ideal, cuando no pones tus dones y esfuerzos al servicio de los demás, cuando no cumples con tus deberes (trabajo, estudios...), cuando dejas de lado al amigo que te necesita porque no tienes tiempo o te resulta pesado...

Perdón; Reconciliación y Conversión.



En el clima de agresividad y violencia que genera nuestra sociedad competitiva, donde el “ojo por ojo y diente por diente” sigue siendo la norma ética que se invoca, resulta muy difícil la experiencia del perdón.

De perdón y de reconciliación estamos muy “particularmente” necesitados los humanos, pero no es fácil acceder a ellos con normalidad... ¿por qué?... Acaso sea por esa tendencia a justificarnos a nosotros mismos en cualquier circunstancia y situación, incluso cuando cometemos fallos o actuamos con incoherencia. Lo difícil es aceptarse a si mismo como alguien que no es perfecto, que tiene sus limitaciones; lo difícil es perdonarse a si mismo.

Es la acogida del perdón la que nos da fuerzas para reconocer nuestros fallos y cambiar radicalmente. Es la acogida de Dios la que hace posible la conversión; es necesario querer cambiar, querer ser mejor persona, vivir de otra manera.

Lo cierto es que Dios siempre saca algo positivo incluso de lo más negativo que tiene el hombre ("Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia" ROM 5,20). Dios se vuelca con mayor amor donde más falta hace, procura vencer el mal con el bien, el mal humor con la paciencia, el enfado con la comprensión... Dios siempre te mirará como un padre y jamás se avergonzará de ti; esa es la lógica y el proceder de Dios.

En el sacramento de la reconciliación es donde más se nos muestra el rostro paterno y materno de Dios y su infinita misericordia. No hay experiencia más satisfactoria que la de sentirse perdonado de los pecados que tú mismo has reconocido y te has comprometido a superar. Pero Dios no se limita a la liberación individual de la persona que recibe el perdón, sino que conduce a quien lo ha recibido a hacer lo mismo con los demás.

El perdón de Dios libera precisamente para poder acoger y perdonar a los demás; el que ha sido perdonado se convierte en perdonador; el que se ha sentido acogido y perdonado por Dios en el sacramento de la reconciliación no debe quedarse para sí esa gracia, sino que debe transmitirla a los demás. No nos debe dar miedo perdonar ni pedir perdón. No nos de be dar miedo ser los primeros en dar la cara y promover un acercamiento cuando participemos en una situación de desamor y mal entendimiento.





El Sacramento de la Alegría


"Así me gusta llamar al sacramento de la confesión, 
de la penitencia o de la reconciliación, 
que es como se le conoce comúnmente.
 Sacramento de la alegría es mi denominación favorita. 

Cuando alguien está enemistado con otra persona y se reencuentran 
habiéndose perdonado, se siente una gran alegría. 
Si alguien pierde algo muy precioso para él y lo encuentra de nuevo, 
siente también una enorme alegría.
Si uno piensa que algo es imposible, que no tiene remedio, 
que por mucho que se esfuerce es imposible, 
y se encuentra con que lo que parecía imposible no lo es,
 siente una inmensa alegría. 

Pues ésto es lo que sucede en el sacramento del perdón. 
Por eso el mismo Señor dice que hay más alegría en el cielo 
por un sólo pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos 
que no necesitan conversión. 
Fijémonos en la alegría inmensa del padre misericordioso 
de la parábola conocida como del hijo pródigo. 

Estaba día y noche a la puerta de casa 
esperando el retorno de su hijo que creía perdido. 
Al reconocerlo a lo lejos se llenó de una indescriptible alegría 
y corrió hacia él para abrazarlo.
¿Y no sintió el hijo también un vuelco en su corazón 
al ver venir hacia él a su padre corriendo por el camino para abrazarlo? 


Así sucede también cuando acudimos a Dios 
con el deseo de abrazarnos a su misericordia.
Dios sale a nuestro encuentro para darnos un fuerte abrazo.
Padre, dice el hijo pródigo, he pecado contra el cielo y contra tí, 
ya no merezco llamarme hijo tuyo, trátame como a uno de tus empleados...
Pero el padre no lo deja ni terminar, abrazándole y cubriéndole a besos, 
manda a sus criados que le vuelvan a poner los signos de su rango: 
una túnica limpia, sandalias en los pies, un anillo en su mano, etc... 
y ordena hacer una gran fiesta, quiere que todos compartan su alegría. 

Cuando hacemos esta experiencia de acercarnos a Dios 
y de pedirle su perdón, nos llenamos de inmensa alegría. 
Recobramos de nuevo la paz del corazón, 
parece que nos hemos quitado un gran peso de encima, 
y nos encontramos a gusto y felices. 

Parece que todo vuelve a brillar y a sonreír, 
y recobramos la ilusión y la esperanza, recomenzamos de nuevo 
y sentimos deseos de ser mejores. 

El hijo pródigo quizás esperaba y con razón un semblante 
severo y adusto, una reprimenda, un reproche por parte de su padre,
 no lo conocía realmente. 

El padre le deja descolocado. 
En lugar de todo eso descubre un padre lleno de ternura
 y de misericordia. 

El padre se vuelca en mostrarle todo el amor al hijo pródigo 
y ésto debió suponer el él un mayor deseo 
de corresponder al amor de su padre, 
si no hubiese tenido esa experiencia de pecado 
quizás no habría conocido realmente el corazón de su padre, 
por eso el apóstol dice que dónde abundó el pecado 
sobreabundó la gracia.
Dios saca siempre bienes, incluso de los males. 
El hijo menor aprendió una hermosa lección para su vida 
y descubrió el verdadero rostro de su padre. 

Ojalá también nosotros en el sacramento de la alegría 
descubramos el rostro misericordioso
de nuestro Padre Dios.
P. Alonso"


Guía para el Exámen de Conciencia

Para facilitar el examen de conciencia, se presenta a continuación una guía en forma de preguntas. Lea despacio y medite cada pregunta y, si lo desea, haga una lista de sus pecados, aunque es preferible que no la utilice en la Confesión.

¿Cuanto tiempo hace que me confesé la última vez?

¿Cumplí completamente la penitencia que me impuso el Sacerdote?

¿Qué se me olvidó o que pecados graves callé en confesiones anteriores?



PRIMERO
Amar a Dios sobre todas las cosas.

"¡Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y el primer mandamiento!" (Mt 22, 38-39).

» ¿Creo en Dios? ¿Doy testimonio de El? ¿Tengo en El una fe y una confianza firme y completa?

» ¿Dudo o rechazo como verdadero lo que Dios ha revelado en las Escrituras (La Sagrada Biblia)?

» ¿Me he desesperado, llegando a dudar de la bondad de Dios, de su justicia, de sus promesas y de su misericordia?

» ¿He presumido de que Dios me salvará de todas maneras, aún son conversión y sin mérito?

» ¿He sido indiferente, despreciando la acción y la fuerza de Dios en mi vida?

» ¿He respondido al amor de Dios con tibieza?

» ¿He cultivado un enfermizo orgullo propio, que me ha llevado a odiar a Dios?

» ¿Le he dedicado suficiente tiempo a Dios en la oración personal y comunitaria?

» ¿He hecho las cosas que requieren sacrificio, - con verdadero amor - y ofreciéndoselas al Señor?

» ¿He cumplido en todo o en parte, alguna promesa hecha a Dios o a su iglesia?

» ¿He sido supersticioso, o sea que le he atribuido una importancia de algún modo mágico, a ciertas prácticas legítimas o necesarias?

» ¿He creído y/o consultado y/o usado: supersticiones, hechicerías, brujería, magia, (incluso la blanca), adivinos, quiromancia, “médium”, agüeros, horóscopos, cartas de naipe, “tazas de chocolate” y cosas parecidas; al igual que riegos, sahumerios, talismanes, “pencas de sábila”, filtros, maleficios, sortilegios, cábala, tarot, “carta astral”, alquimia, tabla ouija, santería, amuletos, vudú, gurúes, shamanismo, numerología, espiritismo, “yo soy”, necromancia, cuarzos, piedras, mantras, etc., y todo tipo de “objetos con poder” (Dt 18, 10-12; Jr 29, 8).

» ¿He honrado y/o reverenciado y/o adorado a una criatura (cualquiera que sea) en lugar de Dios?. Como por ejemplo al dinero, al poder (o a los poderosos) al placer, o a las cosas materiales (como automóviles y pertenencias que se colocan por encima de todo, incluso de Dios).

» He puesto fe, o he practicado, o me he dejado llevar por grupos, sectas o movimientos no Cristianos o que mezclan la verdad de Jesucristo con otras ideologías que contienen verdades, pero algunas mentiras muy disfrazadas por el demonio? Por ejemplo: El poder mental, la reencarnación, la falsa metafísica, el método Silva, el ocultismo, el espiritismo, la astrología, el tarot, la meditación trascendental, el yoga, el gnosticismo, el i-chin, “los viajes astrales”, los gurús, el inside, el avance, la dianética, la medicina holística, la parapsicología, la sofrología; la radiastesia, la homeopatía, la acupuntura y la acuprensión cuando van acompañadas de prácticas esotéricas. También la hipnosis y autohipnosis, las regresiones, la lectura del áurea, la terapia de olores y esencias florales, el esoterismo, la teosofía, la masonería, el rosacrucismo, el budismo, el hare krishna, la “canalización de espíritus o cháneling”, el tao, el feng sui y todo lo relacionado con el “new age” o la “nueva era”. Igualmente son movimientos o sectas no cristianas los mormones y los testigos de Jehová que no creen en Jesucristo como hijo de Dios (2Tim 4, 3-4; 1Tim 4, 1).

» ¿He tentado a Dios, o sea que lo he puesto a prueba, dudando de su palabra, o de su obra, o de su bondad, o de su omnipotencia, o de su amor o poder?

» ¿He cometido sacrilegio? O sea que ¿he profanado o tratado indignamente los sacramentos y las otras acciones litúrgicas, así como las personas (sacerdotes y religiosos) las cosas y los lugares consagrados a Dios?

» ¿He tratado sacrílegamente la Eucaristía?

» ¿He comprado o vendido artículos religiosos bendecidos?

» ¿He sido ateo, o materialista práctico (agnóstico), he rechazado o negado la existencia de Dios?

» ¿He orado muy poco o casi nada, olvidándome de ofrecerle al Todopoderoso mi trabajo amoroso y de darle gracias en oración al levantarme, al acostarme, y al recibir los alimentos?

» ¿Me he acercado indignamente a recibir algún sacramento?


SEGUNDO
No jurar su Santo Nombre en vano



“No tomarás en falso el nombre del Señor tu Dios” (Ex 20, 7; Dt 5, 11; Lv 19, 12).

» ¿He empleado el nombre de Dios en cosas diferentes a Alabarlo, Bendecirlo y Glorificarlo?

» ¿He abusado del nombre de Dios, es decir, he usado inconvenientemente el nombre de Dios, o de Jesucristo, o de la Santísima Virgen María, o de algún Santo?

» ¿He hecho promesas a otras personas en nombre de Dios, comprometiendo el honor, la fidelidad, la veracidad y la autoridad divina? ¿he sido infiel a esas promesas?

» ¿He blasfemado; o sea que he proferido contra Dios –interior o exteriormente– palabras de odio, de reproche, o de desafío? ¿He injuriado a Dios, faltándole al respeto en las expresiones?

» ¿He jurado en falso, sin necesidad, sin prudencia, o por cosas de poca importancia?

» ¿He perjurado, o sea que he hecho una promesa que no tengo intención de cumplir?

» ¿He jurado hacer algún mal? ¿He tratado de reparar el daño que haya podido seguirse?

TERCERO
Santificarás las fiestas


“El Sábado ha sido instituido para el hombre
y no el hombre para el sábado.
De suerte que el Hijo del Hombre también es Señor del sábado” (Mc 2, 27-28)

» ¿He trabajado o he hecho trabajar sin necesidad urgente en día de precepto?

» ¿He utilizado mi tiempo del día del precepto, en actividades indecorosas u otras diferentes al compartir familiar y crecimiento espiritual? (Estudio de las Sagradas Escrituras, reflexión, meditación, cultura, etc., que favorecen el crecimiento de la vida interior, familiar y cristiana).

» ¿He faltado deliberadamente a la celebración eucarística (La santa Misa) de algún domingo o día festivo?

» ¿Me he distraído voluntariamente durante la Eucaristía, y/o he asistido físicamente, pero con el “corazón y la mente en otro lugar”?

» ¿He observado la abstinencia los viernes de cuaresma? ¿He ayunado el miércoles de ceniza y el viernes santo?

» ¿Me he confesado al menos una vez al año? ¿He hecho penitencia y ayuno por mis pecados?

» ¿He guardado la disposición del ayuno una hora antes del momento de comulgar?

» ¿Me he confesado lo antes posible, después de cometer algún pecado mortal?

» ¿He ayudado a la Iglesia en sus necesidades, en la medida que puedo?

Hasta aquí los mandamientos son referentes a nuestro AMOR a Dios.
En adelante, los mandamientos nos piden AMAR a los demás y a nosotros mismos

¡AMARÁS a tu prójimo como a ti mismo!

CUARTO
Honrar Padre y Madre


“Honra a tu padre y a tu madre,
para que se prolonguen tus días sobre la tierra
que el Señor tu Dios, te va a dar” (Ex 20, 12).

“Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor; porque esto es justo”
“Honra a tu padre y a tu madre”,
tal es el primer mandamiento que lleva consigo una promesa:
“para que seas feliz, y se prolongue la vida sobre la tierra”(Ef 6, 1-3; Dt 5, 16).

Examen como HIJOS

» ¿He irrespetado a mis padres? ¿He tenido sinceras actitudes de gratitud y amor por ellos?

» ¿He desobedecido a mis padres o superiores en cosas importantes?

» ¿He tenido un desordenado afán de independencia, que me lleva a recibir mal las indicaciones de mis padres, simplemente porque me lo mandan? ¿Me doy cuenta que esta reacción esta causada por la soberbia?

» ¿Los he amenazado o maltratado de palabra o de obras, o les he deseado algún mal grave o leve?

» ¿He dejado de ayudarle a mis padres en sus necesidades espirituales o materiales, pudiéndolo hacer, esforzándome?

» ¿Me enfado y peleo con mis hermanos y compañeros? ¿He dejado de hablarme con ellos, y no pongo los medios necesarios para la reconciliación?

» ¿He dado mal ejemplo a mis hermanos o compañeros; y he sido egoísta o envidioso, queriendo siempre sobresalir, tener razón, etc.

» ¿Me dejo llevar por el mal genio y me enfado con frecuencia sin motivo justificado?

» ¿Me he sentido responsable ante mis padres del esfuerzo que hacen para que yo me forme, estudiando con intensidad, y cumpliendo con todo en el plantel educativo?

» ¿Respeto toda autoridad a la que estoy sometido, y miro a estos superiores como representantes de Dios que los ha instituido ministros de sus dones? (Rm 13, 1-2).

Examen como Padres



» ¿He degradado el amor conyugal a una simple e irresponsable procreación de hijos, sin importarme ni hacer algo por la educación moral y la formación espiritual de dichos seres fecundados?

» ¿He dado mal ejemplo a mis hijos, no cumpliendo con mis deberes religiosos, familiares, o profesionales?

» ¿He corregido a mis hijos siempre con firmeza, con justicia y con amor, por su bien?

» He cumplido la responsabilidad de evangelizar a mis hijos desde la primera edad, enseñándoles los misterios de la fe, mediante el testimonio de vida cristiana de acuerdo con el Evangelio?

» ¿He prevenido e instruido a mis hijos sobre las malas compañías, enseñándoles los peligros?

» ¿Los he forzado a recibir algún sacramento, sin la debida preparación?

» ¿He impedido que mis hijos sigan la profesión o vocación que Dios les indica y desea para ellos; les he puesto obstáculos o los he aconsejado mal a propósito?

» ¿Permito que estudien o trabajen, en lugares donde corre peligro su alma o su cuerpo?

» ¿He tolerado escándalos o peligros morales o físicos entre las personas que viven en mi casa?

» ¿Procuro hacerme amigo de mis hijos? ¿Les doy a conocer cómo es el origen de la vida, acomodándome a su mentalidad y capacidad de comprensión?

» ¿En la familia, me enojo con facilidad, y me falta la amabilidad que expreso con extraños?

» ¿He reñido con mi cónyuge? ¿Ha habido malos tratos de palabra o de obra?

» ¿He abandonado parcial o totalmente a mi cónyuge y/o a mis hijos o padres?

» ¿He dejado de ayudar en las necesidades espirituales o materiales a las personas que me rodean; pudiendo hacerlo –aun- con esfuerzo?

» ¿He procurado ganar lo suficiente, y no malgastarlo, para poder mantener dignamente a mi familia?

» ¿He elegido un establecimiento educativo, donde BIEN se nos ayuda, en la tarea de educar cristianamente a nuestros(s) hijo(s)?

» ¿En el trabajo o en otra actividad, he ordenado o establecido cosas contrarias a la dignidad de las personas y a la ley natural?

QUINTO
No Matar



“No mataras” (Ex 20, 13).
“Habéis oído que se dijo a los antepasados:
“No mataras”;
y aquel que mate, será reo ante el tribunal.
Pues yo os digo:
Todo aquel que se encolerice contra su hermano,
 será reo ante el tribunal” (Mt 5, 21-22).

» La vida humana es sagrada. ¿He matado? ¿Me he atribuido el derecho de matar de modo directo y voluntario a un ser humano; sea el que sea?

» ¿Le he hecho a alguna persona, algo, con intención de provocar indirectamente su muerte?

» ¿Le he negado la asistencia a cualquier persona en estado de peligro?

» ¿He llegado a herir a alguien? ¿he conducido irresponsablemente cualquier vehículo, colocando en riesgo mi vida y la de los acompañantes?

» ¿He participado indirectamente y con conocimiento previo en cualquier acto donde se asesine alguna persona, y no he puesto mi total empeño para prevenirlo?

» ¿He participado directa o indirectamente en algún aborto provocado? (Jr 1, 5). (se incurre en excomunión ipsofacto reservada al Obispo; o sea que es una forma como la Iglesia, manifiesta la gravedad de este crimen).

» ¿He practicado la eutanasia, o sea, que he puesto fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas, o he consentido o ayudado a ello por acción o por omisión?

» Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado..... ¿He intentado suicidarme?. ¿He colaborado voluntariamente en el suicidio de alguien?

» El escándalo es la actitud o el comportamiento que induce a otro a hacer el mal. El que escandaliza se convierte en tentador de su prójimo; y puede ocasionarle la muerte espiritual..... Por acción o por omisión... ¿He escandalizado a alguien arrastrándolo a una falta grave, o sea, haciéndolo pecar?

» ¿Considero mi cuerpo como un “valor absoluto”, llegando a sacrificar todo a él, o he llegado a idolatrar la perfección física y el éxito deportivo en un relativo “culto al cuerpo”?

» ¿He abusado de la comida, del alcohol o licores, del tabaco o del cigarrillo, o de las medicinas?

» ¿He usado drogas o sustancias alucinógenas? ¿He producido, o traficado o negociado con sustancias que incitan a prácticas graves, contrarias a la ley moral?

» ¿He utilizado mensajes subliminales para dominar la voluntad de las personas?

» ¿He puesto en peligro mi salud mental y espiritual, al querer distraerme con música que contiene mensajes subliminales que incitan a prácticas de violencia, rebeldía, y otras contrarias al verdadero amor que invita a practicar Jesucristo?

» ¿He participado directa o indirectamente en secuestros, actos de terrorismo o torturas?

» ¿He participado en amputaciones, mutilaciones, o esterilizaciones forzosas a personas inocentes?

» ¿He ayudado a los moribundos a permanecer dignamente sus últimos momentos, acompañándolos en oración, y cuidando que reciban a tiempo los sacramentos?

» ¿Tengo en mi corazón un deseo de venganza por el mal que me han causado? (Mt 5, 22).

» ¿Siento odio, rencor o resentimiento por alguien; le he deseado el mal? ¿Quiero sanarme de esos sentimientos? (Mt 5, 44-45)

» ¿He evitado todo conflicto, pelea o guerra, en la medida de mis capacidades?

SEXTO
No cometer actos impuros

"Habéis oído que se dijo:
“No cometerás adulterio”
Pues Yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola,
Ya cometió adulterio con ella en su corazón" (Mt 5, 27-28).

» ¿Me he dejado dominar por las pasiones? (para dominar las pasiones se requiere primero que todo, contar con la gracia de Dios, y hacer un esfuerzo reiterado en todas las etapas de la vida. Se requiere también la obediencia a los mandamientos divinos, la práctica de las virtudes morales, y en espacial, la fidelidad en la oración)

» ¿He faltado a la castidad por lujuria? (deseo o goce desordenado del placer sexual) ¿Por masturbación? ¿Por pornografía? (actores, comerciantes, publico).

» ¿He mal usado los adelantos tecnológicos como la Internet, para charlas impuras, y acciones que llevan al vicio de la lujuria? ¿Me he percatado que a través del mal uso de estos medios hago pecar a otros?

» ¿He fornicado? (Acto sexual entre hombre y mujer no vinculados en matrimonio sacramental)

» ¿He manchado mi cuerpo en la prostitución? ¿Vendiendo o comprando placer? ¿Propicio la prostitución o negocio con ella?

» ¿He forzado o agredido con violencia la intimidad sexual de una persona (incluso cónyuge) ¿He cometido incesto? (Relación sexual o violación cometida por los padres o educadores con los niños a su cargo) ¿He cometido “pedofilia”? (Relación sexual con niños)

» ¿He tenido relaciones carnales homosexuales? (Rm 1, 24–27; 1Co 6,10; 1Tim 1,10; Gn 19, 1-29).

» Si tengo tendencias homosexuales instintivas..... ¿He unido en oración mis dificultades al sacrificio de la cruz de Cristo, buscando siempre la práctica de la castidad, mediante el dominio de si mismo, y ayudado mediante la gracia sacramental en la practica constante de la comunión y demás sacramentos?.

Exámen como Esposos

» ¿He sido completamente fiel en mi matrimonio? (Mt 5,32; 19,6; Mc 10,11; 1Co 6, 9-10; 1Co 6, 9-10; Os 2,7).

» ¿He roto, el libre contrato matrimonial con el divorcio? (Mc 10, 9).

» ¿He vivido en poligamia? ¿He dejado esas relaciones conyugales ilícitas? ¿Estoy cumpliendo con los deberes contraídos con esa(s) mujer(es) y los hijos?

» ¿He tenido relaciones carnales cometiendo el grave incesto? (1 Co 5, 1 4-5; Lv 18, 7-20).

» ¿He vivido en unión libre? O ¿He vivido en concubinato o en unión a prueba?

» No tengo hijos, y ¿he evitado la fecundidad en mi matrimonio?

» ¿He usado métodos anticonceptivos diferentes a los que exige una continencia periódica (parar las relaciones sexuales por pocos días) y una auto observación; permitiendo así utilizar el recurso de los períodos infecundos? (son contrarios, por ejemplo: condones, pastas, espumas, óvulos, inyecciones, y todo tipo de fármacos anti- ovulantes, etc.)

» ¿He usado o propiciado métodos anticonceptivos micro abortivos que obligan a salir del útero el feto ya fecundado en las trompas? (por ejemplo: la “T”, la “S”, y demás objetos físicos que se introducen en el útero).

» ¿He utilizado técnicas reprobables de fecundación artificial, o de esterilización directa (ligadura de trompas, vasectomía)

» ¿He practicado el onanismo? o ¿el coito interrupto? (ver Génesis 38, 9-10).

SÉPTIMO
No Robar



“No robarás” (Ex 20, 15; Dt 5, 19).
“No robarás” (Mt 19, 18).

» ¿He tomado, retenido o cogido injustamente cualquier bien ajeno, contra la voluntad razonable de su dueño?

» ¿He defraudado, engañado o estafado a alguien en algún negocio o actividad mercantil?

» ¿He pagado salarios injustos, que no estén de acuerdo al desempeño de la persona?

» ¿He elevado los precios de mis bienes, especulando con la ignorancia o las necesidades ajenas?

» ¿He participado de alguna manera en la corrupción, mediante la cual se trata de cambiar el proceder correcto, por el que mas convenga?

» ¿He trabajado mal?, ¿he robado tiempo en mi trabajo?, ¿he defraudado a mis patrones?

» ¿He defraudado físicamente al Estado, en los impuestos justos y razonables que se revierten en beneficio de la comunidad? (ver justicia conmutativa y justicia distributiva 2409 – 2413 del nuevo Catecismo de la Iglesia Católica)

» ¿He falsificado documentos o utilizado actos engañosos?

» ¿He despilfarrado mis bienes o los que he tenido a cargo? ¿he gastado en exceso o en cosas suntuarias, buscando desmedido placer o prestigio?

» ¿He causado daño a las propiedades o bienes públicos o privados?

» ¿He incumplido promesas o contratos moralmente justos? ¿he faltado sin justa causa en contratos comerciales, de compra o venta, de arriendo o de trabajo etc.?

» ¿He apostado injustamente, o he hecho trampas en juegos de azar, causando perjuicio?

» ¿He invertido en mascotas, sumas de dinero muy altas, que ayudarían a remediar mejor la miseria humana?

» ¿He hecho sufrir inútilmente a algún animal? ¿He sacrificado sin necesidad la vida de algún animal?

» Al trabajar, ¿He colocado el lucro personal como la norma exclusiva y el fin único de mi actividad económica; olvidándome de los derechos fundamentales de mis trabajadores o compañeros, y olvidándome de realizar mi trabajo como servicio a los demás? “No podéis servir a Dios y al dinero” (Mt 6, 24; Lc 16, 13).

» ¿He ayudado con amor a los pobres? ¿he practicado las obras de misericordia y la caridad?

OCTAVO
NO levantar falso testimonio ni mentir



“No darás testimonio falso contra tu prójimo”
(Ex 20, 16)

“sea vuestro lenguaje “Si, si”; “No, no”:
que lo que pasa de aquí viene del maligno”
(Mt 5, 37)

» ¿He dicho mentiras? ¿He dicho mentiras con la intención de engañar? (Ef 4, 25).

» ¿He dado un falso testimonio públicamente? (Pr 19, 9)

» ¿He cometido “perjurio”, o sea, he dicho bajo juramento cosas contrarias a la verdad?

» ¿He dañado la reputación de alguien, con actitudes o palabras injustas?

» ¿He enjuiciado (o juzgado) un defecto moral del prójimo, incluso tácitamente, sin tener fundamento suficiente para realizar dicho juicio?

» ¿He cometido “maledicencia”, o sea, que sin razón objetivamente válida, he manifestado los defectos y faltas del prójimo a otras personas que no conocían dichos defectos?(Si 21, 28).

» ¿He calumniado, mediante palabras contrarias a la verdad, dañando la reputación de otros?

» ¿He halagado o adulado –a otra persona–, en la malicia de sus malos actos, y en la perversidad de su conducta, haciéndome cómplice de vicios y pecados graves?

» ¿He faltado contra la verdad por vanagloria o jactancia; o por ironía?

» ¿He faltado, al revelar los secretos profesionales?; ¿O al no guardar las confidencias hechas bajo secreto? (Si 22, 22).

» ¿He escuchado conversaciones contra la voluntad de los que la mantenían? ¿He abierto o leído correspondencia u otros escritos contra la voluntad de sus dueños?

» ¿He hablado mal de los demás; con el pretexto de que me contaron o de que se dice por ahí?

NOVENO
No consentirás pensamientos ni deseos impuros,
y no desearás la mujer del prójimo

“No codiciarás la casa de tu prójimo,
ni codiciarás la mujer de tu prójimo,
ni su siervo, ni su sierva, ni su buey ni su asno,
ni nada que sea de tu prójimo” (Ex 20, 17).

“El que mira a una mujer deseándola,
ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mt 5, 28).

» ¿He aborrecido la concupiscencia de la carne, es decir, he rechazado ese deseo o apetito sensible de la carne que lucha contra el espíritu? (Ga 5, 16-17 24; Ef 2, 3).

» ¿He orado para alcanzar de Dios la gracia de la pureza y la limpieza de corazón?

» ¿He luchado por la pureza de la mirada exterior e interior(imaginación); mediante el rechazo de toda complacencia en los pensamientos impuros? “la vista despierta la pasión de los insensatos” (Sb 15, 5).

» ¿He faltado contra el pudor del cuerpo, que es modestia y discreción; así como contra el pudor de los sentimientos?

» ¿Me he dejado llevar por las presiones de la moda, usando públicamente vestidos o prendas que excitan sensualmente a personas del otro sexo, y causan miradas, deseos y/o pensamientos indecorosos?

» ¿He participado de alguna manera en pornografía, o en actos o espectáculos exhibicionistas?

» ¿He mal usado el Internet, la televisión u otros medios de comunicación para charlas o “distracciones” que llevan a deseos, pensamientos, y/o actos impuros?

» ¿He irrespetado y/o lesionado el pudor de niños o adolescentes?

DÉCIMO
No codiciar los bienes ajenos


“No codiciarás nada que sea de tu prójimo” (Ex 20, 17).
“Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mt 6, 21).

» ¿He codiciado o deseado enfermizamente los bienes ajenos?

» ¿He caído en la avaricia, o sea la pasión inmoderada por las riquezas materiales, y el poder sobre ellas? “el ojo del avaro no se satisface con su suerte” (Si 14, 9)

» ¿He sentido envidia, o sea, he sentido como “tristeza” ante el bien o el triunfo de los demás, y un deseo desordenado de poseer u obtener lo mismo, aunque sea en forma indebida?

» ¿He deseado un mal grave al prójimo?

» ¿He estado muy apegado a las cosas terrenales (dinero, vehículos, casas, terrenos, computadores etc) y ocupo casi todo mi tiempo en acumular esas “cosas materiales”?





1 vez al mes confesión.
Examen Sobre los deberes propios de cada estado

Padres y Cabezas de Familia

Examinen si rezan cada dia el Rosario con la familia o se encomiendan a Dios cada noche. Si tiene cuidado de que sus hijos y dependientes cumplan los debers religiosos, y sobre todo de que no trabajen los días de fiesta.
Si les han dado buen ejemplo, y enseñan la doctrina cristiana.
Si los reprenden y castigan, cuando y como merecen, sin echar votos, juramentos y maldiciones.
Si han malgastado los bienes en juegos, embriagueses y cosas ilícitas.
Si cuidan de la separación debida entre ambos sexos.
Si permiten a sus dependientes salir de noche o recogerse tarde, galantear, frecuentar casas, compañias o divertimientos peligrosos. 
Si pagan las deudas, y dan al jornalero a los criados el salario correspondiente. 
Si dan limosna según sus haberes.
Si permiten en casa blasfemias, conversaciones mañas, libros o periódicos irreligosos, estampas indecentes, etc.

Negociantes y mercaderes 

Vean si han codiciado los bienes del prójimo.
Di han guardado o administrado infielmente las cosas que se le han confiado.
Si han degfraudado o engañado en algo, ya sea en la calidad de los generos, ya en el peso o medida. ¿Cuántas veces, y en qué cantidad?
Si han hecho contratos ilícitos o usurarios.
Si prevaliéndose de la necesidad o ignorancia de alguno, compraron mas barato, o vendieron mas caro de lo justo.
Si han mandado, aconsejado, o consentidoalgo en perjuicio del prójimo. Si han comprado a sabiendas cosas hurtadas. 
Si se han apoderado de todos los géneros, o hecho monopolio indebido.
Si han restituido o reparado el daño que hicieron al prójimo advirtiendo que, aunque lo hubiesen confesado ya, no hay si pudiendo no hacen esta reparación. 

Hijos y Jóvenes

Examinen si tienen a los padres y superiores el respeto y obediencia debido. Si los han despreciado, insultado de palabra, o deseado la muerte.
Si han llegado hasta la infame acción de amenazarlos, o poner en ellos las manos. ¡Qué pecado!
Si provocándolos a ira fueron causa de que profiriesen blasfemias, maldiciones o palabras escandalosas. Si han inducido a los hermanos o compañeros a desobedecer a sus padres, maestros o superiores.
Si estudian, trabajan y cuidan bien de las cosas de casa. Si ha escondidas han comprado, vendido o retenido algo.
Si son condescendientes con los hermanos o por el contrario, si riñen, si se tiene envidia o pegan entre sí.
Si van con malos compañeros, de noche sobre todo.
Si han cantado canciones obscenas, leído y prestado novelas, permitiendose libertades y chanzas impuras.
Si galantean, y a qué cosas se han propasado.
Si van a bailes, saraos, comedias y juegan dinero quitado a sus padres. 

Casados

Si viven en paz y buena armonia entre sí y con los suegros y parientes. Si han negado, sin causa legítima, el débito a su consorte, o imaginándose que todo era lícito, han profanado la santidad del matrimonio.
Si han escandalizado a la familia con discursos y acciones libres.
Si se sufren mutuamente los defectos. Si se molestan con celos indiscretos.
Si se han maltratado de palabra o de obra.
Si han guardado la fidelidad prometida a Dios ya su consorte. 

La Mujer Casada 

Examine si cuida bien de su familia. Si trata al marido con cariño y humildad. 
Si ama a sus hijos con amor excesivo, dejándoles vivir según sus caprichos, excusándolos o defendiéndolos, cuando el padre quiere castigarlos justamente.
Si los ha maldecido, deseado la muerte o echado imprecaciones.
Si ha resistido injustamente al marido y profiado con él. Si gasta el dinero en vanidades, galas y antojos para sí o para sus hijas.
Si es pendenciera, burlona, fingida o esta reñida con alguien.
Si en el traje, modo de hablar y proceder, ha guardado el recato y la modestia conveniente, sobre todo vistiendo o dando el pecho a al criatura.
Si ha perdido el tiempo en visitas, conversaciones frívolas, murmuraciones, etc.
En caso que tenga alguna duda sobre el matrimonio, expóngala con humildad a un confesor prudente. 

Criados y Trabajadores 

Examinen si han dado, desperdiciado o defraudado alguna cosa de los amos.
Si cumplen fielmente lo mandado, siempre y cuando no se oponga a la ley santa de Dios. Si han trabajado en días festivos, y perdido el tiempo en los de trabajos.
Si han dicho, cantado, escuchado o hecho algo indecente.
Si son remisos en aprender la doctrina cristiana, en practicar la Religión, o lo que sería peor, si se han burlado de los que la practicaban.
Si lejos de ofrecer el trabajo a Dios, han prorrumpido en votos, blasfemias o palabras escandalosas.
Si han inducido a algún compañero a pecar. 

Personas que aspiran a la perfección.

Vean si han hecho la oración, el examen de conciencia y los demás ejercicios espirituales exacta, entera y fervorosamente. Si voluntariamente se han distrído en ellos.
Si han hecho votos, promesas, o penitencias exteriores, contra la voluntad, o sin licencia de un buen Director.
Si consideran en él la persona de Jesucristo, no teniendo con él mas relaciones que las espirituales y precisas.
Si le han obedecido, sujetando el propio juicio al suyo.
Si por ir a ciertas devociones y recorrer iglesias han descuidado las obligaciones de su casa y estado.
Si mortifican la lengua y refrenan los sentidos, sobre todo en la iglesia.
Si van a ella únicamente para orar, o más bien por curiosidad, para ver y ser vistas.
Si son humildes y pacientes con los de casa, o amigas del ocio, de murmurar y de llevar la suya por delante.
Si han vigilado y procurado con celo el bien de los subditos y de las personas que le están encomendadas.




Breve Exámen de Conciencia

1. ¿He dudado o negado las verdades de la fe católica?

2. ¿He practicado la superstición o el espiritismo?

3. ¿Me he acercado indignamente a recibir algún sacramento?

4. ¿He blasfemado? ¿He jurado sin necesidad o sin verdad?

5. ¿Creo todo lo que enseña la Iglesia Católica?

6. ¿Hago con desgana las cosas que se refieren a Dios?

7. ¿He faltado a Misa los domingos o días festivos? ¿He cumplido los días de ayuno y abstinencia?

8. ¿He callado en la confesión por vergüenza algún pecado mortal?

9. ¿Manifiesto respeto y cariño a mis padres y familiares?

10. ¿Soy amable con los extraños y me falta esa amabilidad en la vida de familia?

11. ¿He dado mal ejemplo a las personas que me rodean? ¿Les corrijo con cólera o injustamente?

12. ¿Me he preocupado de la formación religiosa y moral de las personas que viven en mi casa o que dependen de mí?

13. ¿He fortalecido la autoridad de mi cónyuge, evitando reprenderle, contradecirle o discutirle delante de los hijos?

14. ¿Me quejo delante de la familia de la carga que suponen las obligaciones domésticas?

15. ¿Tengo enemistad, odio o rencor contra alguien?

16. ¿Evito que las diferencias políticas o profesionales degeneren en indisposición, malquerencia u odio hacia las personas?

17. ¿He hecho daño a otros de palabra o de obra?

18. ¿He practicado, aconsejado o facilitado el grave crimen del aborto?

19. ¿Me he embriagado, bebido con exceso o tomado drogas?

20. ¿He descuidado mi salud? ¿He sido imprudente en la conducción de vehículos?

21. ¿He sido causa de que otros pecasen por mi conversación, mi modo de vestir, mi asistencia a algún espectáculo o con el préstamo de algún libro o revista? ¿He tratado de reparar el escándalo?

22. ¿He sido perezoso en el cumplimiento de mis deberes? ¿Retraso con frecuencia el momento de ponerme a trabajar o a estudiar?

23. ¿He aceptado pensamientos o miradas impuras?

24. ¿He realizado actos impuros? ¿Solo o con otras personas? ¿Del mismo o distinto sexo? ¿Hice algo por impedir las consecuencias de esas relaciones?

25. Antes de asistir a un espectáculo o de leer un libro, ¿me entero de su calificación moral?

26. ¿He usado indebidamente del matrimonio? ¿Acepto y vivo conforme a la doctrina de la Iglesia en esta materia?

27. ¿He tomado dinero o cosas que no son mías? ¿He restituido o reparado?

28. ¿He engañado a otros cobrando más de lo debido?

29. ¿He malgastado el dinero? ¿Doy limosna según mi posición?

30. ¿He prestado mi apoyo a programas de acción social y política inmorales y anticristianos?

31. ¿He dicho mentiras? ¿He reparado el daño que haya podido seguirse?

32. ¿He descubierto, sin causa justa, defectos graves de otras personas?

33. ¿He hablado o pensado mal de otros? ¿He calumniado?

34. ¿Soy ejemplar en mi trabajo? ¿Utilizo cosas de la empresa en provecho propio, faltando a la justicia?

35. ¿Estoy dispuesto a sufrir una merma en mi reputación profesional antes que cometer o cooperar formalmente en una injusticia?

36. ¿Me preocupo de influir -con naturalidad y sin respetos humanos- para hacer más cristiano el ambiente a mi alrededor? ¿Sé defender a Cristo y la doctrina de la Iglesia?

37. ¿Hago el propósito de plantearme más en serio mi formación cristiana y mis relaciones con Dios?

Contrición

La Contrición es un dolor espiritual y un aborrecimiento del pecado cometido con el propósito de no pecar más.
Acto de Contrición

¡Señor mío Jesucristo!, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido, y también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca mas pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Amén.




La Confesión


La confesión es una confidencia y nada más natural al corazón humano que el poder comunicarse en las alegrías, en las penas y en los altos y bajos; nada más grato, puesto que la confianza alivia y ensancha el corazón; nada más delicado y tierno puesto que la confianza, para ser provechosa, tiene necesidad de encontrar un corazón puro, ancho y profundo en quien pueda depositar su secreto. La confianza necesita encontrar un corazón discreto, generoso, experimentado, ilustrado. Esto se encuentra en el confesor, quien es, para el penitente, el padre más tierno, el amigo más compasivo y abnegado.

Hay más; la confesión es una necesidad y Dios al establecerla parece que consultó así a los derechos de su justicia como a los intereses de nuestra paz y de nuestra felicidad. En realidad, de tal manera radica en la naturaleza la declaración de una falta, que el corazón culpable busca instintivamente un amigo, un confidente, un consejero a quien pueda declarar el remordimiento que le desgarra. Hace visto grandes criminales rehusar la impunidad que les permitían el silencio y la obscuridad y presentarse ante la justicia humana a confesar en alta voz su crimen y solicitar un castigo como una gracia.

Es también la confesión un preservativo contra la desesperación que después de ciertos crímenes, roe el alma como el cáncer roe el cuerpo. Cuando la imaginación tortura al culpable mostrándole una vida marchita que ya no volverá abultándole la enormidad de las faltas cometidas; aumentándole la vergüenza; exagerándole las dificultades del perdón y la imposibilidad absoluta de volver a la virtud, el confesor, padre y médico de las almas, detiene al pecador ante el abismo de la desesperación y le alienta con una saludable confianza.

La confesión es una dirección; en las inquietudes de la conciencia, que con frecuencia nos dejan inquietos sobre lo que debemos hacer; en los actos de la vida con frecuencia difíciles e importantes y en los cuales correríamos el peligro de engañarnos, abandonados a nuestras propias luces; en el abatimiento que sobreviene y paraliza nuestras fuerzas: En el despertar de nuestras pasiones, que puedan parecernos adormecidas, pero que son siempre ardientes y acometedoras.

Finalmente la confesión es una rehabilitación. La declaración alivia al culpable y el perdón subsiguiente a esta declaración le devuelve la paz que había perdido y que, difundiéndose con la suavidad de la luz, disipa poco a poco las tinieblas del alma y restablece en ella el orden; La propia estimación que ya no se atrevía a prometerse, sintiéndose caído, viéndose ya levantado, sintiéndose envilecido y viéndose ya rehabilitado; la esperanza en un porvenir dichoso en que no podía confiar y que ahora conoce que le está reservado.

Y no sólo al individuo como particular, sino también al individuo como miembro de la sociedad reporta incalculables bienes la confesión.

¡Qué preservativo tiene para las costumbres del adolescente la obligación de ir a confesarse! El pudor de la humilde declaración de las faltas más ocultas, preserva tal vez a muchos, más que los motivos más santos. ¡Cuántos excesos y cuántos desórdenes no ha impedido esta sola reflexión: Si hago esto tendré que confesarme!

¡Cuantas veces se oye esta manifestación de un corazón culpable, pero tocado por la gracia: El abandono de la confesión es la causa de mis males! Por esto, lo primero que deja el que quiere entregarse al mal, es la confesión.

A la confesión debe el padre de familia (que tal vez habla contra esta institución divina y la ridiculiza) el honor de sus hijos, la tranquilidad de su hogar, el pan que come en su vejez.

La necesidad de confesarse aparta a muchos del pecado, sobre todo a los que no están endurecidos en el mal. Por esto, a un confesor piadoso, grave y prudente lo miro como un instrumento de Dios para la salud de las almas, sirven sus consejos para dirigir nuestros afectos, conocer nuestros defectos, apartarnos de las ocasiones de pecar. 





Decía el cura de Ars que el demonio nos quita la vergüenza antes de cometer un pecado, y nos la devuelve en cuanto consideramos la idea de confesarlo. Es una estrategia lógica, propia de quien conoce bien nuestras debilidades.

La Iglesia las conoce mejor todavía y por eso nos exhorta a acudir con frecuencia al sacramento del perdón. Sobre todo si hemos pecado gravemente, porque nos jugamos nada menos que la salvación eterna.

Jesucristo fue muy claro en esto. Según el relato de san Juan Evangelista, lo primero que les dijo a los Apóstoles tras la Resurrección, una vez vencida su incredulidad mostrándoles sus llagas, fue esto: “A quienes perdonareis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retuviereis, les serán retenidos”.

Durante siglos esta idea sencilla quedó tan arraigada en la conciencia de quienes habían recibido una formación cristiana, que hasta los más contumaces, llegada la hora decisiva, si querían reconciliarse con Dios, no se perdonaban a sí mismos: mandaban buscar al párroco.

¿Qué dice el Papa Benedicto XVI sobre la confesión?

Como dato esencial de fe sobre el valor y la finalidad de la Penitencia se debe reafirmar que Nuestro Salvador Jesucristo instituyó en su Iglesia el Sacramento de la Penitencia, para que los fieles caídos en pecado después del Bautismo recibieran la gracia y se reconciliaran con Dios.

Gracias al amor y misericordia de Dios, no hay pecado por grande que sea que no pueda ser perdonado; no hay pecador que sea rechazado. Toda persona que se arrepienta será recibida por Jesucristo con perdón y amor inmenso.

Este poder de perdonar los pecados Jesús lo confiere, mediante el Espíritu Santo a simples hombres, sujetos ellos mismos a la insidia del pecado: "Recibid el Espíritu Santo a quien perdonareis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retuviereis, les serán retenidos" (Jn 20, 22).

Hay que subrayar que el fruto más precioso del perdón obtenido en el Sacramento de la Penitencia consiste en la reconciliación con Dios, la cual tiene lugar en la intimidad del corazón del hijo pródigo, que es cada penitente.

Hay serias razones para extrañarse y abrigar algún temor, cuando en ciertas regiones se ve a tantos fieles recibir la Eucaristía siendo así que muy pocos se han acercado al sacramento de la reconciliación.

La confesión individual e integra de los pecados con la absolución igualmente individual constituye el único modo ordinario, con el que el fiel, consciente de pecado grave, es reconciliado con Dios y con la Iglesia. De esta ratificación de la enseñanza de la Iglesia, resulta claramente que cada pecado grave debe ser siempre declarado, con sus circunstancias determinantes, en una confesión, individual.

En cambio, la reconciliación de varios penitentes con confesión y absolución general reviste carácter de excepción y por tanto no queda a la libre elección. (...) Ésta no puede convertirse en forma ordinaria y no puede ni debe usarse si no es "en casos de grave necesidad", quedando firme la obligación de confesar individualmente los pecados graves antes de recurrir de nuevo a otra absolución general. (...) Esta posterior confesión integra e individual de los pecados, debe hacerse lo antes posible.

Es necesario comprender la importancia de tener un confesor fijo a quien recurrir habitualmente: él, llegando a ser así también director espiritual, sabrá indicar a cada uno el camino a seguir para responder generosamente a la llamada a la santidad.


¿Cómo se realiza la Confesión?

La confesión tiene cinco partes, diferenciadas. Siempre, todo recubierto de sinceridad.

1.- Examen de Conciencia: Se trata de zambullirte en ti mismo, en tu vida, en tu historia, para detectar aquello que no está como a Dios le gustaría que estuviese. El examen de conciencia consiste en detectar en qué he lastimado a alguien que amo y que me ama.

2.- Dolor de los pecados: Que te duela haber pecado. No porque viste derrumbarse la imagen que tenías de ti mismo y descubriste la miseria en tu corazón, sino porque has entristecido injustamente a Jesús. El dolor surge porque hemos defraudado a Dios que estuvo dispuesto a ser crucificado por amor a ti.

3.- Propósito de la enmienda: Para que el deseo de ser perdonado y el dolor por la ofensa a Dios tengan credibilidad, se necesita un sincero propósito de no volver a pecar.¿Acaso sería sincero pedir perdón sin desear no volver a ofender a la persona ofendida? El hombre no puede dar certezas de que no volverá a pecar pero sí puede asegurar que pondrá su mejor esfuerzo por ser como Dios lo quiere en adelante.

4.- Confesar los pecados: Jesucristo nos conquistó en la cruz el perdón de los pecados. El quiso dejar en manos de los apóstoles y sus sucesores ese perdón por el que pagó tan alto precio. Algunos de los prejuicios que más afectan a la confesión:

"Mi pecado es demasiado grave, me da vergüenza lo que el sacerdote pueda pensar". Sólo hay un pecado sin remedio y, por eso realmente abominable: no querer pedir perdón. Pero siempre es mayor la alegría de Dios por perdonarte y verte junto a El que lo trágico del pecado. El sacerdote es consiente de todo ello y participará del "gozo que hay en el cielo por un pecador que se arrepiente".

"El sacerdote es muy duro e irracible". Es una actitud infantil que revela un total desconocimiento del sacramento. Hay que saber prescindir de la persona concreta que está sentada en el confesionario: en ese momento es el representante de Cristo y eso es lo principal.

"Ha pasado mucho tiempo desde mi última confesión": en lugar de ser un obstáculo debe ser una motivación para acercarse al sacramento. Jesús quiere perdonarte y no lo dejas.

Evita "tantear" al confesor: para la validez del sacramento es necesario decir todos los pecados mortales desde la última confesión y se recomienda decir también los veniales aunque no haya obligación estricta. También es necesario hacer, cuando se requiera y de manera sucinta, aquellas especificaciones que pueden cambiar la naturaleza o gravedad del pecado.

Evita las tácticas dilatorias: frecuentemente se deben al deseo de justificarse o de rebajar la propia responsabilidad.



Esta confesión de pecados debe ser:

Sincera: Es decir, sin querer engañar al Sacerdote, pues a Dios es imposible engañarlo.
Completa: Es decir, sin callarse ningún pecado
Humilde: Es decir, sin altanería ni arrogancia.
Prudente: Es decir, que debemos usar palabras adecuadas y correctas, y sin nombrar personas ni descubrir pecados ajenos.
Breve: Es decir, sin explicaciones innecesarias y sin mezclarle otros asuntos.


5.- Cumplir la penitencia: La penitencia tiene dos finalidades: por un lado te ayuda como correctivo para no pecar más y, por otro lado, será una forma de recomponer el orden que Dios estableció y que tú has roto con tu pecado. En el sacramento se perdona tu pecado, pero el desorden que con él introdujiste en el mundo persiste y necesitas purificarte de él y de sus consecuencias.

Nota: Diferencia entre ofender a Dios venialmente y mortalmente:

Pecado mortal es aquel que, por su malicia, ofende gravemente a Dios, hace perder al hombre el estado de gracia y le hace merecedor del infierno. Se llama mortal por la muerte espiritual y eterna que genera. Encierra un rechazo radical de Dios-Amor: optar por algo que sabemos le ofende de manera grave supone, lógicamente, un alejamiento radical de El. 
Pecado venial es aquel que, ofendiendo también a Dios, no encierra una malicia o gravedad que conlleva un rechazo radical de su amor, un apartamiento total de su plan.

Son tres los elementos del pecado mortal:
a) Materia grave: para que exista pecado mortal es necesario que sea lesionado algún principio moral básico.-
b) Pleno conocimiento: Que la persona que comete el pecado se percate de lo que está haciendo.
c) Pleno consentimiento: debe existir un movimiento de la libre voluntad humana. Un acto humano no será pecaminoso si no ha sido realizado libremente.

Acudamos a la confesión, así estaremos en disposición de recibir la Gracia de Dios.




Oración para antes
del Exámen de Conciencia

Oh Señor y Dios de bondad Bien sé que Vos no queréis la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Por mi, Dios mío, cargasteis con la Cruz, y desde ella me llamáis, aunque soy la criatura más ingrata y pecadora: me llamáis, no para castigarme sino para perdonarme. Ayúdame Señor, para que haga con fruto esta confesión y sane de la mortal dolencia que me causaron mis pecados ¡Oh Virgen Soberana! Ayúdame, pues sois Madre y refugio de pecadores. No permitáis que el enemigo de mi alma impida lo que yo tanto deseo. ¿Cómo podré decir las enormes culpas y maldades de mi desconcertada vida, si la gracia de Dios no me asiste? Alcanzadme esta gracia, oh Virgen Santísima! Gloriosa Santa Magdalena, venid en mi ayuda, y, si en el pecar os he imitado, siga vuestro ejemplo en confesar mis pecados, y en hacer penitencia. Santo Angel de mi Guarda, ayudadme en todo. ¡Oh Dios mío, quién pudiera con lágrimas de sangre borrar tantas culpas!

Oración del penitente para 
después del Exámen de Conciencia

Padre lleno de clemencia, como el hijo pródigo que marchó hacia tu encuentro, te digo:

«He pecado contra Ti, ya no merezco llamarme hijo tuyo». Cristo Jesús, Salvador del mundo, como al ladrón al que abriste las puertas del paraíso te ruego: «Acuérdate de mí, Señor, en tu Reino». Espíritu Santo, fuente de amor, confiadamente te invoco: «Purifícame y haz que camine como hijo de la luz».

Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; no te acuerdes de los pecados ni de las maldades de mi juventud; acuérdate de mí, Señor, con misericordia, por tu bondad. (Sal 24, 67.)

Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado, pues yo reconozco mí culpa, tengo siempre presente mi pecado (Sal 50, 45).

Padre, he pecado contra Ti, ya no merezco llamarme hijo tuyo. Ten compasión de este pecador. (Lc 15,19; 18-13).

Misericordia Dios mío por tu bondad. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. ¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme. Jesús, Hijo de Dios, apiádate de mí, que soy un pecador.

Dios mío, con todo mi corazón me arrepiento del mal que he hecho y de todo lo bueno que he dejado de hacer. Al pecar te he ofendido a Ti, que eres el supremo bien y digno de ser amado sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con la ayuda de tu gracia, hacer penitencia, no volver a pecar y huir de las ocasiones de pecado. Señor, por los méritos de la pasión de nuestro Salvador Jesucristo, apiádate de mí.

Oración para después 
de la Confesión

Acabáis de decirme, Jesús, la consoladora palabra: Vete en paz, tus pecados te son perdonados. Me habéis purificado con vuestra sangre de la lepra de mis pecados; me habéis sacado de las garras del enemigo infernal; habéis roto los lazos de la muerte, abriéndome de nuevo el cielo. Vuestra paz y vuestra alegría han vuelto otra vez a mi corazón y me atrevo a levantar con confianza los ojos hacia Vos. Por toda la eternidad celebraré y cantaré vuestras bondades y finezas, en unión de los Angeles y los Santos. Pero me habéis dirigido también este severo aviso: "Ya has recobrado la salud, no vuelvas a pecar, no te suceda otra cosa peor". Cuando dirijo mi vista a lo pasado, me siento tentado de abandonarme al desfallecimiento. ¡Tantas veces como he prometido corregirme! y ¡cuántas no he sido desleal a las más santas resoluciones! Señor, yo soy flaco, y mi voluntad impotente contra la astucia del maligno y la violencia de las tentaciones. Sostenedme con vuestra gracia, os Lo pido por el amor de vuestro Sacratísimo Corazón. Con vuestra ayuda seré fuerte, con vuestra protección triunfaré siempre del enemigo. No me abandonéis en la lucha, cubridme con el escudo de vuestra amorosa presencia en el momento del peligro, a fin de que no vuelva a caer de nuevo en el pecado. Concededme también, Señor Jesús, el cooperar con fidelidad y perseverancia a vuestra santa gracia, y ya que mi voluntad está ahora firmemente resuelta, ¡oh, dulce Salvador mío! procuraré con todo empeño corregirme sirviéndome de los medios necesarios al efecto: en particular rechazaré tales malos pensamientos... en tanto me aperciba de su presencia en mi alma, oraré en las tentaciones y evitaré con cuidado las ocasiones peligrosas...

Completad, Señor, la obra de la gracia que en mí habéis comenzado. Amén.




Oración por los Pecadores

Dios Padre Todopoderoso y eterno, te pido por:

· Todas aquellas mujeres que han matado a sus hijos en el aborto, por aquellos que apoyan la legalización del aborto y promueven los métodos anticonceptivos, por aquellos que fueron cómplices del aborto y por aquellos médicos, enfermeros y personas que mal aconsejan a los jóvenes a vender sus óvulos y sus espermatozoides a cambio de dinero, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos sacerdotes y religiosos que han caído en el error o están en pecado, por aquellos sacerdotes liberales y modernos que propagan el mal ejemplo en los católicos, por aquellos sacerdotes que tratan a tu Cuerpo Eucarístico con indiferencia y rutina, por aquellos sacerdotes, obispos y cardenales que han elegido vivir en la mentira y por las personas que ellos han engañado y por aquellos sacerdotes que sufren tentación con pensamientos impuros o que sufren provocaciones contra su castidad o la han perdido para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que tienen en el corazón el deseo de hacer caer a los sacerdotes, por aquellos que por culpa del pecado de los sacerdotes se han alejado de la Iglesia y de sus sacramentos, y por aquellos que pertenecieron a la Iglesia Católica y se alejaron de ella, y si acuden no creen en la gracia y en el poder santificador a través de los sacramentos. Que han despreciado al Dios de la verdad por el de la mentira, que no creen en Tu real presencia en la Sagrada Eucaristía y se hicieron sacrílegos, pues Tu Carne es verdadera comida y Tu Sangre es verdadera bebida, para que regresen a ellos, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que odian en su corazón y hablan mal de los sacerdotes, religiosos y religiosas, para que no se encadenen a sus palabras, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos los brujos y hechiceros cegados por Satanás, por aquellos que por ignorancia o juegos creen que pueden vender su alma y se encadenan a Satanás y por aquellos que se sirven del mal y mandan a hacer males de brujería, leen horóscopos, se leen las manos y las cartas, juegan ouija o se hacen trabajos de limpieza o chamanismo, ilumínalos Señor con Tu Misericordia para que reaccionen y el miedo los haga y volver a Ti, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos los matrimonios santificados por la Santa Iglesia Católica que viven en discordia, celos y peleas continuas, por aquellos que por tener relaciones premaritales han permitido ingresar a lujuria y fornicación en sus cuerpos, por los adúlteros que no respetan el sacramento del matrimonio y por aquellas parejas que viven juntas sin recibir el sacramento del matrimonio para que encuentren paz a través de Tu amor misericordioso y puedan reencontrarse contigo, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos homosexuales que no reconocen en la castidad su santidad y son atados por Satanás en su perversión, para que reconozcan el mal que se ha sembrado en ellos y no hagan pecar a nadie, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien. 

· Todos aquellos hombres y mujeres que tienen intimidad con animales, para que reconozcan la bajeza que ello representa a su humanidad y la eleven nuevamente hacia Dios Padre, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que a través del sexo se obsesionan con películas, chistes grotescos, masturbación, prostitución y palabra de mal sentido, para que aprendan a hablar y vivir la pureza de Dios Uno y Trino, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todas aquellas personas que toman el nombre de Dios en vano, y especialmente por los abogados, ilumínalos Señor con Tu Misericordia, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que han sido engañados por libros de error o páginas web heréticas que no son aceptadas por la Santa Iglesia Católica, y están difundiendo su información haciendo pecar a otros, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que acuden a confesar sus pecados, ilumínalos Señor con Tu Misericordia para que se preparen bien porque puede ser la última confesión de sus vidas, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todas las personas que tienen hijos sin bautizar y tampoco han hecho su primera comunión, y han educado a sus hijos lejos de Tu Palabra y Tus Sacramentos, ilumínalos para que florezca en ellos y en sus hijos el amor por los Sacramentos y la Eucaristía y sus padres se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que viven atados al alcoholismo, fuman hierbas, consumen drogas y están sujetos a algún vicio, destrozando el templo del Espíritu Santo, y por aquellos que venden, comercializan, ofrecen o fabrican las drogas que encadenan a otros haciéndolos pecar, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que son tramposos, ladrones, estafadores, que no pagan sus deudas, que sólo se dedican al trabajo, los avarientos, los que en su corazón solo está el Dios dinero, los que nunca dieron una limosna al pobre ni ayudaron al más pequeño de sus hermanos; por aquellos que tienen mucho dinero y lo malgastan en cosas inútiles, o dejan malograr la comida en vez de compartirla y nunca hacen obras de misericordia mientras otros se mueren de hambre; y por aquellos asesinos, secuestradores, atracadores, violadores, pedófilos, personas que le han quitado la vida a alguien física, psíquica o espiritualmente, que pudieron salvar una vida y no lo hicieron, especialmente por los médicos que practican la eutanasia y recomiendan el aborto, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que no pueden controlar el carácter y se dejan dominar por la ira, que no pueden domar la lengua: los chismosos, los calumniadores y los mentirosos, para que no se encadenen a sus palabras y para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos maestros, escritores, catequistas, sacerdotes y padres de familia que pudieron enseñar la fe de nuestro Señor Jesús y su doctrina y en su lugar enseñaron cosas falsas basadas en teorías sin poderse comprobar, para que no destruyan la fe de los niños y de los jóvenes y aprendan la Palabra de Nuestro Señor Jesucristo, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todas aquellas personas que son tentadas al suicidio para que recobren la paz en sus mentes y en sus corazones y desistan de su intención y para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos padres que no se hacen amar y respetar por sus hijos, insultándolos. Por aquellos hijos altaneros y groseros con sus padres. Para que a través del amor de la fe católica aprendan a tratarse sin insultos, respetarse y amarse, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que escuchan música satánica, el rock, la música metálica, para que escuchen a los demonios que los tienen engañados, boten esa música al fuego y encuentren algo productivo que hacer con sus vidas, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que se alejaron del camino del cielo por las dificultades, los tropiezos, el desaliento, los problemas con los mismos grupos, para que retomen el camino a Ti Señor y no hagan caer a otro con ellos, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que creen en la reencarnación y en los médiums y no creen en la Resurrección de mi Señor Jesucristo y lo llaman el “logos solar” para que recapaciten, salgan de su ignorancia y escuchen a los demonios que los tienen engañados, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que engañados por Satanás cometen sacrilegios innombrables contra tu Cuerpo Eucarístico, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que reciben la Eucaristía en pecado y por aquellos que reciben la Eucaristía en la mano, para que comprendan el dolor que te causa su estado y el daño que para su salvación es, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos los que sufren enfermedades terminales, que sufren enfermedad y abandono, y que agonizan y rechazan la ayuda espiritual de tus enviados y de los enviados de tu Santísima Madre, ilumínalos con tu misericordia para que perseveren hasta el final sin blasfemar y que no fallezcan sin recibir los santos sacramentos, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que se dicen cristianos pero que no respetan ni aman a Tu Santísima Madre, ilumínalos con Tu Misericordia para que sus corazones se ablanden y la amen cada día más y dejen de ofender a quienes lo hacemos, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que no saben que lo bendito no se les debe dar a los animales, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que sufren anorexia y bulimia para que encuentren un médico católico que les ayude y los oriente en su enfermedad, para que dejen de lastimarse, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que han cometido cualquier pecado y no lo han confesado por pena, porque no creen, o si los confesaron no lo hicieron con verdadero arrepentimiento, y por aquellos que nunca se han confesado en sus vidas o no lo hacen desde hace décadas, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que han nacido en falsas religiones y que no conocen a la Iglesia Católica y no Te conocen en la Eucaristía, y por aquellos que sí te conocen a través de las Sagradas Escrituras pero su anticatolicismo los hace callar, confundiendo, mintiendo y haciendo caer a muchos por su soberbia y su silencio, para que sean buenas personas y puedan encontrarte en los Sacramentos, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todas aquellas almas al borde de la muerte eterna, las que Satanás pide a Dios Padre para sí, derrama Tu Misericordia sobre ellas para que te vean como yo te vi y puedan comprender lo mucho que hace sufrir el pecado y tengan la oportunidad de salvación y que no caigan en la blasfemia, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todas aquellas almas escogidas por Dios para recibir grandes dones y gracias sobre la Tierra, pero que por culpa del pecado se encuentran lejos de tu gracia, especialmente por los sacerdotes, religiosos y religiosas; fortalece a sus ángeles de la guarda para que pasen por sobre sus pecados, para que te vean como yo te vi y tengan oportunidad de cumplir su misión en la tierra, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todas aquellas personas que no creen en Dios, que están cegados por el comunismo, el socialismo, el satanismo y el ateísmo, haz que escuchen a los demonios que les dicen “Dios no existe” para que tengan oportunidad de recapacitar y acercarse a Ti Señor, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que maltratan, son crueles o matan a los animales indefensos, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos que están cegados por Satanás y le rinden culto, atentan contra tu cuerpo eucarístico hacen sacrificios humanos y cometen abusos sexuales, y por aquellos que acuden y celebran misas al maligno, ilumínalos con tu misericordia, y concédeles la gracia de comprender el perjuicio que para su salvación es su estado para que puedan recapacitar a lo largo de su vida o en la hora de su muerte, y que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Todos aquellos moribundos que sin hogar mueren de frío y hambre, acógelos con tu misericordia para que tengan una muerte digna y alcancen la salvación eterna.

· Por los pecados de mis familiares, amigos, vecinos, conocidos de trabajos y de la comunidad a la que pertenezco y he pertenecido, profesores y personas que yo haya hecho pecar en mi vida, cuyos pecados puedan estar entre los que he mencionado y no han sido confesados por pena, por pereza negligencia o porque no creen en Ti, ilumínalos Señor con Tu Misericordia para que recuerden sus pecados y se acerquen a Ti Señor, para que se arrepientan sinceramente y se confiesen bien.

· Por mis pecados que puedan estar entre los que acabo de mencionar y que no recuerdo, perdóname Señor y hazme recordar para confesarlo adecuadamente, a pesar que yo sé que ya he recibido Tu perdón.

Que Tu Misericordia nos alcance a todos pronto Señor.

Amén.


1 comentario:

  1. buen día hermanas ustedes día decirme porque creer en la fe católica? es realmente la fe que el señor Jesucristo fundo en esta tierra? y cuales son los versículos que lo dicen y díganme porque los hermanos protestantes achacan mucho esto y no creen en la fe católica de nuestra fe porque? ellos dicen que en una iglesia no hay salvación que solo cristo es la salvación? por favor responderme si fueran tan amables ami e mail miguel3ro@gmail.com que Dios les bendiga

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