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martes, 19 de abril de 2011

La Semana Santa.



Esta semana la debemos dedicar a la oración y la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús para aprovechar todas las gracias que esto nos trae.Para vivir la Semana Santa, debemos darle a Dios el primer lugar y participar en toda la riqueza de las celebraciones propias de este tiempo litúrgico.A la Semana Santa se le llamaba en un principio “La Gran Semana”. Ahora se le llama Semana Santa o Semana Mayor y a sus días se les dice días santos. Esta semana comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Pascua.

Sabemos bien que durante la Semana Santa, la Iglesia celebra los misterios de la reconciliación, realizados por el Señor Jesús en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén.


Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el arrepentimiento de nuestros pecados. Asistir al Sacramento de la Penitencia en estos días para morir al pecado y resucitar con Cristo el día de Pascua. Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra.

El tiempo de Cuaresma continúa hasta el día jueves de la Semana Santa. La Misa Vespertina de la Cena del Señor es la gran introducción al santo Triduo Pascual. El Triduo Pascual comienza con el Viernes de la Pasión, prosigue con el Sábado Santo, tiene su culmen en la Vigilia Pascual y acaba con las Vísperas del domingo de la Resurrección.

Es importante recordar que «las ferias de Semana Santa, desde el lunes hasta el jueves inclusive, tienen preferencia sobre cualquier otra celebración» [1] y por tanto en estos días no deben administrarse los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación.  Más bien sí es importante que en estos días se ofrezcan en todas las parroquias, capellanías, colegios, hospitales y centros de evangelización, horarios amplios para facilitar a los fieles cristianos el acceso al Sacramento de la Reconciliación como preparación espiritual para acompañar al Señor Jesús en la entrega de Sí mismo por nosotros. Es muy conveniente que el tiempo de la Cuaresma termine con alguna celebración penitencial que prepare a una más plena participación en el misterio pascual.


DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR


Con el domingo de Ramos comienza la Semana Santa, que comprende la profecía del triunfo pascual de Cristo y el anuncio de su Pasión. Estos dos aspectos del misterio pascual se han de poner de relieve tanto en la predicación como en la celebración de este día [2].

Para una reverente y fructuosa celebración del Domingo de Ramos se debe tener presente:

1. La entrada del Señor Jesús en Jerusalén, se debe conmemorar con una procesión, en la cual los cristianos celebran dicho acontecimiento, imitando tanto las aclamaciones como los gestos que hicieron los niños hebreos cuando salieron al encuentro del Señor. Esta procesión ha de ser única y debe tener lugar antes de la Misa en la que haya más presencia de fieles. Para ello se puede hacer la reunión de la Asamblea en otra iglesia menor, o en un lugar apto fuera de la iglesia hacia la cual se dirigirá la procesión. Los fieles que participan en esta procesión, deben llevar en las manos ramos de palma, de olivos o de otros árboles, y durante la procesión entonar cantos apropiados a Cristo Rey. Los sacerdotes y los ministros, llevando también ramos, deben preceder en el orden de la procesión al pueblo [3] .

No hay que olvidar que la bendición de los ramos y palmas tiene lugar antes de la procesión y que se debe instruir a los fieles cristianos a que conserven en sus casas, junto a las cruces o cuadros religiosos que hay en los hogares, los ramos bendecidos como recuerdo de la victoria pascual del Señor Jesús. Asimismo es una noble tradición que para el año siguiente se usen estos ramos y palmas para confeccionar la ceniza que nos será impuesta en la frente el día miércoles con que se da inicio al ejercicio de la Santa Cuaresma.

De no poder hacerse la procesión, el Misal Romano ofrece una segunda forma para conmemorar la entrada del Señor en Jerusalén que es la entrada solemne. Esta forma sólo se habrá de usar cuando hayan dificultades reales que impidan la organización de la procesión y nunca por comodidad o facilísimo.
Para las demás Misas del domingo de Ramos, el Misal prevé una tercera forma que es la entrada sencilla.  

2. Otro elemento muy importante del Domingo de Ramos es la proclamación de la Pasión. «Es aconsejable que se mantenga la tradición en el modo de cantarla o leerla, es decir, que sean tres las personas que hagan las veces de Cristo, del cronista y del sanedrín. La Pasión ha de ser proclamada por diáconos o presbíteros, o, en su defecto, por lectores, en cuyo caso la parte correspondiente a Cristo se reserva al sacerdote. Para la proclamación de la Pasión no se llevan ni luces, ni incienso, ni se hace al principio saludo al pueblo como de ordinario para el Evangelio, ni se signa el libro. Tan sólo los diáconos piden la bendición al sacerdote. Para el bien espiritual de los fieles, conviene que se lea por entero la narración de la Pasión y que no se omitan las lecturas que la preceden. Terminada la lectura de la Pasión, no se omita la homilía» [4].


INTRODUCCIÓN AL TRIDUO PASCUAL
JUEVES SANTO

MISA VESPERTINA DE LA CENA DEL SEÑOR.
  
1. En este día en cada iglesia, la Misa es única. La Misa «en la Cena del Señor celébrese por la tarde, en la hora más oportuna, para que participe plenamente toda la comunidad local...Según una antiquísima tradición de la Iglesia, en este día están prohibidas todas las Misas sin pueblo» [5].

Sólo con permiso del Ordinario del lugar se puede celebrar otra Misa por la tarde o incluso por la mañana pero sólo en caso de verdadera necesidad y cuando el bien espiritual de los fieles así lo exija.

2. El Sagrario aparece abierto y vacío. La comunión de hoy se hace del pan consagrado en la misma Eucaristía. Se han de consagrar en esta Misa las hostias necesarias para la comunión de los fieles y para que el clero y los fieles puedan comulgar el día siguiente, Viernes Santo, en la celebración de los oficios de la Pasión del Señor.

3. El “Gloria” se canta con solemnidad. Por ello mientras se canta este himno, se hacen sonar las campanas que ya no se vuelven a tocar hasta el “Gloria” de la Vigilia Pascual.

4. Las lecturas de la Palabra de Dios de esta Misa, tienen una buena conexión entre ellas: Ex 12 nos habla de la cena pascual de Israel; 1 Cor 11 de la Institución de la Eucaristía, y Jn 13 del mandato y el ejemplo del amor servicial de Señor Jesús. En la homilía hay que recordar los misterios que recuerda esta Misa, es decir la Institución de la Eucaristía, la institución del Orden Sacerdotal y el mandamiento del Señor Jesús sobre la caridad fraterna.

5. El lavatorio de los pies, no debe omitirse. Según la tradición se hace en este día a doce hombres previamente designados y representativos de la comunidad. Significa el servicio y el amor del Señor Jesús que ha venido “no para ser servido, sino para servir” (Mt 20,28). Es un hermoso sacramental que complementa y explicita lo que es la Pascua y el sentido profundo de este día del Jueves Santo.

El gesto del lavatorio de los pies, que recoge el evangelista San Juan, lo ve el discípulo amado como la inauguración del camino pascual de Cristo. Donde en verdad mostró el Señor su actitud de servicio fue en la Cruz. Allí no se despojó del manto, sino de la vida misma, “se despojó de su rango” y demostró que era “el que sirve” y el que se entrega por los demás porque “no hay amor más grande que el dar la vida por los amigos”. Con el gesto del lavatorio de los pies adelantaba en símbolo (luego lo haría de otro modo más entrañable y eficaz con el pan partido y el vino repartido, la donación de su Cuerpo y su Sangre en la Eucaristía) lo que iba a hacer en la Cruz.

El lavatorio de los pies hay que hacerlo con autenticidad. No sólo con unas gotas, sino lavando, secando y luego besando los pies, de modo que exprese bien la lección que nos dio el Señor Jesús: el amor fraterno, el servicio para con todos, la reconciliación.

6. En la procesión de dones, se destacan hoy más que nunca, el pan y el vino que la comunidad aporta y que constituyen la materia para el  sacramento de la eucaristía. Además es altamente recomendable que se puedan llevar «los donativos para los pobres, especialmente aquéllos que se han podido reunir durante la Cuaresma como fruto de la penitencia, mientras se canta “Ubi cháritas et amor”» [6].

7. La Plegaria Eucarística más indicada para hoy es la primera, el Canon Romano, por la rica expresividad de sus textos. Asimismo el prefacio que se recomienda usar es el I de la Eucaristía.

8.  Hoy es un día muy adecuado para enviar la comunión a los enfermos, expresivamente tomándola del altar, delante de todos, en el momento de la comunión de Eucaristía comunitaria: «así pueden unirse los enfermos de un modo más intenso a la Iglesia que celebra» [7].

9. Una vez concluida la Misa del Jueves Santo se procede a reservar el Santísimo Sacramento. Si en la iglesia hay capilla del Santísimo, es lógico hacer allí la reserva, o sea, donde se hace siempre. Esto ayuda a recordar a la comunidad que siempre existe la reserva del Santísimo, que la Eucaristía es también el sacramento de la presencia real del Señor Jesús, y que por amor a nosotros se queda para ser el Dios con nosotros cumpliendo así con su promesa: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (mt 28,20).  La capilla deberá estar adornada con flores y cirios. Si en la iglesia no hubiese una capilla del Santísimo entonces se deberá preparar  en un lugar adecuado, el lugar de la reserva, el que estará convenientemente adornado para que invite a la adoración, a la meditación y a la oración de los fieles

Al respecto las normas litúrgicas dicen lo siguiente:

«Terminada la oración después de la comunión, comienza la procesión, presidida por la cruz en medio de cirios e incienso, en la que se lleva el Santísimo Sacramento por la iglesia hacia el lugar de la reserva. Mientras tanto se canta el himno "Pange lingua" u otro canto eucarístico ... El Sacramento ha de ser reservado en un sagrario o en una urna. No ha de hacerse nunca una exposición con la custodia u ostensorio. El sagrario o la urna no han de tener la forma de un sepulcro. Evítese la misma expresión “sepulcro”: la capilla de la reserva no se prepara para representar “la sepultura del Señor” sino para conservar el pan eucarístico destinado a la comunión del viernes de la Pasión del Señor. Invítese a los fieles a una adoración prolongada durante la noche del Santísimo Sacramento en la reserva solemne, después de la Misa en la Cena del Señor. En esta ocasión es oportuno leer una parte del Evangelio de San Juan (capítulos 13-17). Pasada la media noche, la adoración debe hacerse sin solemnidad, dado que ha comenzado ya el día de la Pasión del Señor» [8].

10. Terminada la Santa Misa se despoja el altar en el cual se ha celebrado. Conviene que las cruces que haya en la iglesia se cubran con un velo de color oscuro o morado. No se deben encender velas o lámparas ante las imágenes de los santos. 




PRIMER DÍA DEL TRIDUO PASCUAL
VIERNES SANTO



CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR JESÚS 

Constituye propiamente el primer día del Triduo Pascual. Para una buena celebración de la Pasión del Señor se deben tener en cuenta los siguientes principios:

1. El viernes Santo es día de penitencia obligatorio para toda la Iglesia y por tanto hay que guardar en este día la abstinencia y el ayuno [9], y según la oportunidad también el Sábado Santo hasta la Vigilia pascual [10]. El ayuno de estos dos días es además de penitencial,  celebrativo, ritual, y contemplativo del misterio de la Cruz. Si bien es personal es sobre todo comunitario: la comunidad ayuna en la espera de su Señor Resucitado. Es toda la persona la que celebra la Pascua, no sólo la mente y el espíritu sino también el cuerpo. No hay que olvidar que el ayuno tiene en la espiritualidad cristiana un gran valor: en una sociedad marcada por el consumismo y lo superfluo, es un medio para vivir la ascesis, el autocontrol, el señorío de sí mismo, y para ver en los bienes de este mundo su carácter perecedero y pasajero.

2. La Iglesia, siguiendo una antiquísima tradición, en este día no celebra la Eucaristía y la Sagrada Comunión sólo se distribuye a los fieles durante la celebración de la Pasión del Señor. Sin embargo los enfermos que no puedan participar en dicha celebración pueden recibirla a cualquier hora del día.

3. Está prohibido celebrar en este día cualquier sacramento, a excepción de la Reconciliación y de la Unción de los Enfermos. Las Exequias, si las hubiese, han de celebrarse sin canto, ni instrumentos. Se recomienda que en este día se celebre en las iglesias el Oficio de Lectura y los Laudes con participación de la comunidad.

4. No tenemos Eucaristía pero sí una celebración litúrgica de la Muerte del Señor, una celebración de la Palabra que concluye con la adoración de la Cruz y con la comunión eucarística. Es una celebración sencilla, sobria, centrada en la muerte del Señor Jesús. Su estructura está bien pensada, aparece equilibrada, con proporción entre la dimensión de escucha de la Palabra de Dios y la acción simbólica de la adoración de la Cruz y su veneración con el beso personal de todos. Lo importante es saber captar la dinámica de esta celebración y aprovechar espiritualmente toda su fuerza en la misma celebración:

-          Proclamamos el misterio de la Cruz, en las lecturas de la Palabra de Dios.
-          Invocamos la salvación del mundo por la fuerza de esa Cruz.
-          Adoramos la Cruz del Señor Jesús.
-          Y finalmente participamos del misterio de esa Cruz, del Cuerpo entregado, comulgando de él.

La Pasión de Cristo es pues, proclamada, invocada, venerada y comulgada.

5. Sobre la hora de los Oficios de la Pasión: «La celebración de la Pasión del Señor ha de tener lugar después del mediodía, cerca de las tres. Por razones pastorales, puede elegirse otra hora más conveniente para que los fieles puedan reunirse más fácilmente...pero nunca después de las nueve de la noche» [11].  

6. Sobre la estructura de la celebración es bueno tener presente:

a.    La Entrada:
-          No hay canto de entrada. Sale el sacerdote con sus ministros, con vestidos de color rojo porque celebramos la muerte martirial de Cristo. El Misal dice que el sacerdote, después de hacer la reverencia al altar, se postra en el suelo o se arrodilla. Es preferible la opción de la postración: «esta postración, que es un rito propio de este día, se ha de conservar diligentemente por cuanto significa tanto la humillación del hombre terreno, cuanto la tristeza y el dolor de la Iglesia»[12]. Los demás se arrodillan a la postración del sacerdote y oran todos en silencio por unos instantes. La oración con la que termina el rito de entrada, es mejor decirla desde el mismo lugar donde  ha estado postrado el sacerdote y se puede elegir entre dos opciones que presenta el Misal. La primera apunta a que ya estamos celebrando la Pascua; la segunda compara los efectos de la Pasión del Señor Jesús con los del pecado del primer Adán.

b.    Liturgia de la Palabra:
-          Las lecturas de este día han de ser leídas por entero. El salmo y el canto que precede al Evangelio, deben cantarse como de costumbre.
-          La lectura de la Pasión según San Juan, el único apóstol que estuvo al pie de la Cruz con Santa María y las santas mujeres, se canta o se proclama del mismo modo que se ha hecho en el domingo de Ramos. Esta lectura impresionante constituye el centro de la celebración de este día.
-          Después de la lectura de la Pasión se tendrá una breve homilía para resumir y aplicar a nuestra vida la gran lección de la Cruz y al final de la misma los fieles pueden ser invitados a permanecer en oración silenciosa durante un breve espacio de tiempo. Es bueno recordar que la proclamación de las lecturas de la Palabra viva de Dios, es ya presencia sacramental del acontecimiento de la Cruz y no un mero recuerdo. Es proclamación y comunicación de la Cruz, del amor del triunfo de Cristo contra el pecado y la muerte.

c.    La Oración Universal:
-          La de este día es la más solemne y clásica. Es universal, rogando por las diversas categorías de personas. Con la confianza puesta en el Señor que muere en la Cruz, que es nuestro Mediador y nuestro Sumo y Eterno Sacerdote, pedimos al Padre la salvación para todo el mundo. Estas oraciones «expresan el valor universal de la Pasión de Cristo, clavado en la Cruz para la salvación de todo el mundo»[13]. Actualmente esta Oración del Viernes Santo tiene cuatro intenciones por la Iglesia, otras cuatro por los creyentes o no creyentes, y dos por los gobernantes y los que sufren de alguna manera. Su estructura no admite modificaciones o inclusiones de propia iniciativa, salvo que el Ordinario del lugar por alguna causa justa y de necesidad pública disponga la inclusión de alguna petición.

d.    La Adoración de la Cruz:
-          En la adoración de la Cruz, «úsese una Cruz suficiente, grande y bella. De las dos formas que se proponen en el Misal para mostrar la Cruz, elíjase la que se juzgue más apropiada. El rito ha de hacerse con esplendor digno de la gloria del misterio de nuestra salvación; tanto la invitación al mostrar la Cruz, como la respuesta del pueblo, háganse con canto, y no se omita el silencio de reverencia que sigue a cada una de las postraciones, mientras el sacerdote celebrante, permaneciendo de pie, muestra en alto la Cruz»[14].
-          «Cada uno de los presentes del clero y del pueblo se acercará a la Cruz para adorarla, dado que la adoración personal de la Cruz es un elemento muy importante de esta celebración y únicamente en el caso de una extraordinaria presencia de fieles se utilizará el modo de la adoración hecha por todos la vez»[15].
-          Se debe usar una sola Cruz para la adoración tal como lo requiere la verdad del signo. Es muy recomendable que durante la adoración se canten las antífonas, los improperios y el himno que se encuentran en el Misal Romano, o bien otros cantos adecuados.
-          Hoy es un día en que sería lógico un recuerdo mariano en honor a Santa María, la Mujer fuerte de la fe, que estuvo al pie de la Cruz de su Hijo. Por ello sería loable añadir al final de la adoración de la Cruz, una pequeña conmemoración de la Virgen María, la Madre dolorosa, la cual puede hacerse con la siguiente monición:

“Hermanos: hemos adorado solemnemente la Cruz, en la cual el Señor Jesús, muriendo nos reconcilió. También María estaba junto a la Cruz del Hijo, uniéndose a su sacrificio, cooperando con amor de Madre a nuestra salvación. En aquel momento la espada profetizada por Simeón le traspasó el corazón y aquélla fue la hora de la cual le había hablado Jesús en Cana. Junto a la Cruz, la Madre fuerte en el inmenso dolor que sufría con el Hijo Único, nos da a luz a la vida de la gracia y de la reconciliación. Nosotros que hemos celebrado la Pasión del Hijo, recordemos también el dolor fecundo de la Madre. Cantemos...”

e.    La Comunión del Viernes Santo:

-          El Viernes Santo no celebramos la Eucaristía. Pero desde hace siglos  se ha introducido la comunión. Por ello, como quiera que en este día no hay celebración de la Eucaristía, se ha tenido que consagrar en la del Jueves Santo las Hostias necesarias para la comunión del Viernes. De ahí que la celebración de este día se llame “misa de presantificados”, porque se comulga con un Pan Eucarístico consagrado antes.
-          Terminada la adoración de la Cruz, y el recuerdo mariano, el sacerdote va a recoger por el camino más corto el Santísimo Sacramento de la reserva y mientras tanto los demás ministros revisten el altar con el mantel, los cirios, el corporal y el Misal.
-          Una vez puesto el copón con las Hostias consagradas sobre el altar, el sacerdote canta o reza la invitación al Padre Nuestro que es rezado o cantado por todos. No se da el signo de la paz y la comunión se desarrolla tal como está descrita en el Misal. Terminada la distribución de la comunión, el copón se lleva nuevamente a su reserva.
-          Terminada la celebración se despoja el altar, dejando la Cruz con cuatro candelabros en un lugar adecuado de la iglesia para que todos puedan adorarla, besarla y permanecer en oración y meditación delante de ella.

7. «Los ejercicios de piedad...no se pueden descuidar (este día de Viernes Santo), dada su importancia pastoral»[16]. Hoy es uno de los días del año en que más hay que esforzarse por buscar un equilibrio entre la liturgia y las devociones de religiosidad popular, conjugando su horario y también su lenguaje. Entre estos ejercicios de piedad popular están: el Vía Crucis, el Sermón de las Siete Palabras del Señor Jesús en la Cruz; las procesiones del Viernes Santo con los “pasos” de Cristo y de su Madre que representan las diversas escenas y momentos de la Pasión; los recuerdos de los dolores de la Santísima Virgen María, entre otros.



 SEGUNDO DÍA DEL TRIDUO PASCUAL
SÁBADO SANTO.

1.«Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en la oración y el ayuno su resurrección»[17].

2. La Cruz debe seguir entronizada desde ayer, iluminada, y con un laurel de victoria.

3.    Se recomienda en este día la celebración del Oficio de Lectura y de los Laudes.
Al final de dicha oración se puede hacer la recepción de los óleos que se han consagrados en la Misa Crismal.

4. Cuando no sea posible la celebración del Oficio de Lectura y de los Laudes, hay que preparar una celebración de la Palabra o un ejercicio de piedad que corresponda al misterio de este día, como pueden ser: la veneración a la imagen del Señor Crucificado, o a la Imagen del Señor en el sepulcro, así como a la imagen de la Santísima Virgen de los Dolores.

5. En este día sería oportuno que se organizara, alguna oración de tono mariano, acompañando a María, la Madre que vela junto a la tumba de su Hijo. Si en el Adviento y la Navidad, mirábamos a Santa María tan frecuentemente como modelo de espera y acogida del Mesías, es lógico que la que estuvo al pie de la Cruz, y luego en la alegría de la Pascua y en la espera del Espíritu Santo en Pentecostés, sea recordada en días como éste del Sábado Santo. Así podemos hacer memoria de María con el rezo del “Stabat Mater” y del Santo Rosario (los misterios dolorosos). Pero caben otras oraciones, lecturas y cantos sobre su presencia junto al sepulcro de su Hijo, sobre su fe y esperanza invictas.

6. Hoy la Iglesia se abstiene absolutamente del sacrificio de la Misa. La sagrada comunión puede darse sólo como viático. No se concede celebrar el matrimonio, ni administrar otros sacramentos, a excepción del Sacramento de la Reconciliación y la Unción de los Enfermos.

7. En la mañana del Sábado Santo, se pueden realizar algunos de los ritos preparatorios de los bautizos que se habrán de tener en la Vigilia Pascual o en la mañana de Pascua en una celebración sencilla que introduzca más conscientemente en el misterio que se va a celebrar. Se pueden adelantar en esta celebración, por ejemplo, algunos aspectos del bautismo, como la entrega del Símbolo o Credo, el rito del “effetá”, la elección del nombre cristiano y la unción con el óleo de los catecúmenos, como sugiere el Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos, N. 26.

8.  Es bueno en este día instruir a la comunidad sobre la naturaleza del Sábado Santo. Es un día de meditación y silencio: el Señor Jesús está en el sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más profundo a donde puede bajar una persona. Y junto a Él, está la Iglesia, nutriendo su fe y esperanza en la victoria pascual, del corazón creyente de la Santísima Virgen.

9. Este día es ideal para desarrollar una catequesis sobre el artículo de fe que rezamos en el Credo: “descendió a los infiernos”. Para ello se recomienda desarrollar los números 631-637 del Catecismo de la Iglesia Católica.



TERCER DÍA DEL TRIDUO PASCUAL
DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR.

LA VIGILIA PASCUAL

Sentido y Hora de la Vigilia:

1. «Según una antiquísima tradición, ésta es una noche de vela en honor del Señor, y la Vigilia que tiene lugar en la misma, conmemorando la noche santa en la que el Señor resucitó , ha de considerarse como “la madre de todas las santas Vigilias”. Durante la vigilia, la Iglesia espera la resurrección del Señor y la celebra con los sacramentos de la iniciación cristiana» [18].

2. «Toda la celebración de la Vigilia pascual debe hacerse durante la noche. Por ello no debe escogerse ni una hora tan temprana que la Vigilia empiece antes del inicio de la noche, ni tan tardía que concluya después del alba del domingo. Esta regla ha de ser interpretada estrictamente. Cualquier abuso o costumbre contraria que se haya introducido y que suponga la celebración de la Vigilia Pascual a la hora en la cual habitualmente, se celebran las misas vespertinas antes del domingo han de ser reprobadas»[19] .

3. En la Didascalia de los Apóstoles leemos: «Durante toda la noche permaneced reunidos en comunidad, no durmáis, pasad toda la noche en vela, rezando y orando, leyendo los profetas, el evangelio y los salmos con temor y temblor, en un clima de súplica incesante, hasta la tercera vigilia de la noche, después del sábado...Ofreced después vuestro sacrificio. Alegraos entonces y comed, llenaos de gozo y de júbilo porque Cristo ha resucitado, como prenda de vuestra resurrección»[20]. Tal vez no sea posible realizar una vigilia total en muchas de las parroquias y comunidades cristianas, pero al menos no tendría que reducirse  demasiado la duración de esta Vigilia. En una sociedad en que las celebraciones festivas nocturnas son comunes, ¿tenemos miedo a dedicar una noche a velar con el Señor Jesús en su paso de la muerte a la Vida?

Celebración de la Vigilia:

1. «La Vigilia Pascual tiene la siguiente estructura: después del Lucernario y del Pregón Pascual (que forman parte de la primera parte de la Vigilia), la Santa Iglesia contempla las maravillas que Dios ha hecho a favor de su pueblo desde los comienzos (segunda parte o liturgia de la Palabra), hasta que, junto con los nuevos miembros renacidos por el Bautismo (tercera parte), es invitada a la mesa, preparada por el Señor para su pueblo memorial de su muerte y resurrección, en espera de su nueva venida (cuarta parte). Nadie está autorizado a cambiar a su arbitrio esta estructura del rito» [21].

2.    Sobre la estructura de la Vigilia Pascual es bueno tener presente:

a.    Primera Parte: El Lucernario.

-          El lugar adecuado para el Lucernario es fuera de la Iglesia. Se ha de preparar una buena hoguera (y no una pequeña fogata), destinada a la bendición del fuego nuevo, cuyo resplandor debe ser tal que disipe las tinieblas e ilumine la noche.
-          Prepárese  el Cirio Pascual, que para la veracidad del signo, ha de ser de cera (nunca ficticio), nuevo cada año (la Pascua es novedad y por ello no deben usarse los Cirios Pascuales de años anteriores), relativamente grande, para que pueda evocar que el Señor Jesús es la luz del mundo. La bendición del Cirio Pascual se hará con los signos y palabras propuestos por el Misal.
-          De allí habrá de ordenarse la procesión hacia la Iglesia. El Cirio Pascual va por delante, el pueblo sigue al Cirio Pascual encendido, que durante la procesión ha de ser el único prendido. Del mismo modo que los hijos de Israel en el desierto, durante la noche, eran guiados por una columna de fuego, así los cristianos siguen a Cristo resucitado.
-          En la puerta de la iglesia los fieles cristianos van encendiendo sus cirios particulares del Cirio Pascual. Es un símbolo muy expresivo de que la Pascua de Cristo tiene que ser también Pascua nuestra, y todos estamos llamados a participar de su Luz y de su Vida.
-          La procesión entra al templo con las aclamaciones a Cristo: “Luz de Cristo. Demos gracias a Dios”, y las luces del templo se van progresivamente encendiendo.
-          Concluye la primera parte con el canto solemne del Pregón Pascual: El “Exultet”. Es un  hermoso anuncio lírico de lo que va a ser la fiesta de esta noche. Un invitatorio a la alegría de todo el cosmos y de la comunidad, porque es la noche de la Vida y de la Reconciliación definitivas.
  
b.    Segunda Parte: La Liturgia de la Palabra.

-          Esta noche santa, las lecturas tienen una coherencia muy cuidada entre ellas. Se presentan como una clave para entender al Señor Jesús y su misterio y para entender toda la historia de la salvación desde Cristo. El proclamarlas muy cerca del Cirio Pascual, símbolo de Cristo, así lo resalta.

-          «En la Vigilia Pascual de la noche santa, se proponen siete lecturas del Antiguo Testamento, que recuerdan las maravillas de Dios en la historia de la salvación, y dos lecturas del Nuevo, a saber, el anuncio de la resurrección según los tres evangelios sinópticos, y la lectura apostólica sobre el bautismo cristiano como sacramento de la resurrección de Cristo» [22]. Las lecturas van acompañadas de un salmo o cántico de meditación que prolonga su idea central en clima de oración. Cada bloque de lectura y canto concluye con una oración. Estas oraciones son muy antiguas, datan del S. VII y están tomadas del Sacramentario Gelasiano. Así la estructura de la Liturgia de la Palabra adquiere un carácter de diálogo: Dios que toma la iniciativa en la historia de la salvación, nos revela cuál es su Plan de Amor sobre nosotros y como lo ha ido desplegando a través de la historia. Y nosotros que acogemos su iniciativa salvadora, su Palabra de vida y la meditamos en el corazón siguiendo el ejemplo de Santa María, la gran cooperadora de los planes de Dios y la oyente por excelencia de la Palabra.
-          Terminadas las lecturas del Antiguo Testamento, y para subrayar el paso del Antiguo al Nuevo Testamento, se canta el himno del “Gloria” mientras se hacen sonar las campanas, se encienden los cirios del altar (los cuales deben ser más numerosos que de costumbre) y se colocan flores en el altar. Terminado el canto del “Gloria”, el sacerdote dice la oración colecta.
-          De ahí todos toman asiento y se lee la Epístola. Al final de la misma todos se levantan y el sacerdote entona por tres veces el “aleluya”, elevando gradualmente la voz y repitiéndolo la asamblea. Este canto del “aleluya” se puede repetir varias veces por parte de la asamblea mientras un salmista va cantando el Salmo 117. Sigue el anuncio de la Resurrección del Señor con la lectura del Evangelio, culmen de toda la liturgia de la Palabra. Después se tiene una homilía breve.
  
c.    Tercera Parte: Liturgia Bautismal.

-          Después de escuchar la Palabra de Dios, pasamos a celebrar los sacramentos pascuales. El mismo misterio de la Pascua del Señor Jesús que nos han proclamado las lecturas y con el que ya hemos entrado en comunión por una escucha atenta y una acogida de fe, lo vamos a celebrar ahora con los signos sacramentales.
-          Un sentido de conveniencia pastoral dirá a cada comunidad si es momento apropiado, éste de la noche vigilar, para celebrar algún bautismo, sobre todo de adultos. En el caso de niños párvulos, habría que tener en cuenta su situación y la de sus familiares, para, tal vez, reservar la celebración de este sacramento para la Misa de la mañana del domingo de Pascua.

-          Actualmente, la estructura de la celebración bautismal es:

a.    Las letanías de los santos (si va a haber bautismo), invocando su protección sobre los que se van a bautizar, y añadiendo a la lista algunos más propios de la Iglesia local, o también reflejando los nombres que se van a imponer a los bautizados. Las letanías se cantan de pie, no de rodillas.
b.    La bendición del agua: la larga si hay fuente bautismal, y la corta si no la hay, ni va a haber bautizos. Más que bendecir agua, es bendecir a Dios Amor por lo que en la historia de la salvación ha hecho por medio del agua, desde la creación y el paso por el Mar Rojo hasta el bautismo de Jesús en el Jordán, pidiéndole  que hoy también a través del agua actúe su Espíritu de vida sobre los bautizados y la Iglesia. Esta invocación del Espíritu la puede realizar el sacerdote, si lo cree oportuno introduciendo una o tres veces el Cirio Pascual en el agua.
c.     Se tienen eventualmente los bautizos (y confirmaciones cuando es el caso de adultos que se bautizan).
d.    Toda la comunidad, con las velas de nuevo encendidas en las manos hace la renovación de las promesas bautismales, recordando el propio bautismo.
e.    A este renovación le sigue el gesto de la aspersión, con un canto bautismal. Es un gesto simbólico que luego, durante todos los domingos del año, pero sobre en los domingos de Pascua se puede ir repitiendo como rito inicial de la Eucaristía que sustituye al rito penitencial.
f.     El rito bautismal concluye con la Oración universal, con la que el pueblo cristiano, empezando por adultos recién bautizados, ejercitan su “sacerdocio bautismal”.
 
 d.    Cuarta Parte: La Eucaristía Pascual.

-          La comunidad cristiana, iluminada por la Palabra, rejuvenecida por el agua bautismal o su recuerdo, se sienta ahora a la mesa festiva de la Pascua, en la que su Señor la invita a participar de su Cuerpo y de su Sangre. Con la Eucaristía se termina el ayuno cuaresmal: Jesús se da a sí mismo como alimento de vida eterna a su Iglesia.
-          La Eucaristía es el punto culminante de toda la Vigilia. Todo hasta este momento debe haber señalado a esta dirección, creciendo en intensidad: «la celebración de la Eucaristía es el punto culminante de la Vigilia porque es el sacramento pascual por excelencia, memorial del sacrificio de la Cruz, presencia de Cristo resucitado, consumación de la iniciación cristiana y pregustación de la pascua eterna»[23].
-          Por tanto «hay que poner mucho cuidado para que la liturgia eucarística no se haga con prisa. Es conveniente que todos los ritos y las palabras que los acompañan alcancen toda su fuerza expresiva: la oración de los fieles...la procesión de las ofrendas, en la que conviene participen los néofitos, si los hay; la plegaria eucarística primera, segunda o tercera, a ser posible cantada, con sus embolismo propios, la comunión eucarística, que es el momento de la plena participación en el misterio que se celebra» [24].
-          Al final antes del “podéis ir en paz, aleluya, aleluya”, debe añadirse, aunque el Misal no lo proponga, el canto del “Regina caeli” u otro saludo a la Madre del Resucitado, dirigiéndose hacia su imagen. El canto puede introducirse con la siguientes palabras u otras parecidas:

En el día de Pascua la comunidad cristiana, dirigiéndose a la Madre del Señor, la invita a alegrarse: ¡ Reina del cielo, alégrate Aleluya! Así recuerda el gozo de María por la resurrección de Jesús, y prolonga en el tiempo el  “¡Alégrate!” que le dirigió el ángel en la Anunciación, para que se convirtiera en “causa de alegría” para la humanidad entera. Saludemos a María nuestra Madre cantando el ,  Regina caeli.



MISA DEL DÍA DE PASCUA

1.  «La Misa del día de Pascua se debe celebrar con la máxima solemnidad. En lugar del acto penitencial, es muy conveniente hacer la aspersión con el agua bendecida durante la celebración de la Vigilia...Con la misma agua bendecida conviene llenar los recipientes (pilas) que se hallan a la entrada de la iglesia» [25].

2. El Cirio Pascual, que tiene su lugar propio junto al ambón o junto al altar, enciéndase al menos en todas las celebraciones litúrgicas de una cierta solemnidad en este tiempo, tanto en las Misas, como en  Laudes y Vísperas, hasta el domingo de Pentecostés. Después ha de trasladarse al baptisterio y mantenerlo con todo honor, para encender en él el cirio de los nuevos bautizados. En las exequias, el Cirio Pascual  se ha de colocar junto al féretro, para indicar que la muerte del cristiano es su propia Pascua. El Cirio Pascual, fuera del tiempo pascual, no ha de encenderse ni permanecer en el presbiterio»[26].


EL SANTO TRIDUO PASCUAL Y LA INDULGENCIA PLENARIA

Durante el santo Triduo Pascual podemos ganar para nosotros o para los difuntos el don de la Indulgencia Plenaria si realizamos algunas de las siguientes obras establecidas por la Santa Sede.


OBRAS QUE GOZAN DEL DON DE LA INDULGENCIA PLENARIA 
EN SANTO TRIDUO PASCUAL. 
JUEVES SANTO 


1. Si durante la solemne reserva del Santísimo Sacramento, que sigue a la Misa de la Cena del Señor, recitamos o cantamos el himno eucarístico del “Tantum Ergo” (“Adorad Postrados”). 


2. Si visitamos por espacio de media hora el Santísimo Sacramento reservado en el Monumento para adorarlo. 


VIERNES SANTO 


1. Si el Viernes Santo asistimos piadosamente a la Adoración de la Cruz en la solemne celebración de la Pasión del Señor


SÁBADO SANTO 

1. Si rezamos juntos el rezo del Santo Rosario. 


VIGILIA PASCUAL 

1. Si asistimos a la celebración de la Vigilia Pascual (Sábado Santo por la noche) y en ella renovamos las promesas de nuestro Santo Bautismo. 


CONDICIONES 

Para ganar la Indulgencia Plenaria además de haber realizado la obra enriquecida se requiere el cumplimiento de las siguientes condiciones: 

a. Exclusión de todo afecto hacia cualquier pecado, incluso venial. 

b. Confesión sacramental, Comunión eucarística y Oración por las intenciones del Sumo Pontífice. Estas tres condiciones pueden cumplirse unos días antes o después de la ejecución de la obra enriquecida con la Indulgencia Plenaria; pero conviene que la comunión y la oración por las intenciones del Sumo Pontífice se realicen el mismo día en que se cumple la obra. 

Es oportuno señalar que con una sola confesión sacramental pueden ganarse varias indulgencias. Conviene, no obstante, que se reciba frecuentemente la gracia del sacramento de la Penitencia, para ahondar en la conversión y en la pureza de corazón. En cambio, con una sola comunión eucarística y una sola oración por las intenciones del Santo Padre sólo se gana una Indulgencia Plenaria. 

La condición de orar por las intenciones del Sumo Pontífice se cumple si se reza a su intención un solo Padrenuestro y Avemaría; pero se concede a cada fiel cristiano la facultad de rezar cualquier otra fórmula, según su piedad y devoción. 


[1] Ver Normas universales sobre el Año Litúrgico y sobre el Calendario, N. 16 a.
[2] Ver Ceremonial de los Obispos,  N. 263.
[3] Ver Ceremonial de los Obispos,  N. 270.
[4] Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 33-34.
[5] Misal Romano, Misa Vespertina de la Cena del Señor, N. 1. 
[6] Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 52.
[7] Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 53.
[8] Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 54-56.
[9] Paulo Vi, Const. Apost. Paenitemini, II, 2; CIC 1251.
[10] Ver Normas universales sobre el Año Litúrgico y sobre el Calendario, N. 20.
[11] Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 63.
[12] Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 65.
[13] Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 67.
[14] Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 68.
[15] Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 69.
[16] Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 72.
[17] Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 73.
[18] Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 77.
[19] Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 78.
[20]  Didascalia de los Apóstoles, V. 17-19.
[21] Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 81.
[22] Ordenación General del Leccionario, N. 99.
[23] Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 90.
[24] Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 91.
[25] Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 98.
[26] Congregación para el Culto Divino. Preparación y Celebración de las Fiestas Pascuales, N. 99.

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