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martes, 13 de diciembre de 2011

Domingo 4° de Adviento



"NO TEMAS, MARÍA, PORQUE HAS HALLADO GRACIA ANTE DIOS. VAS A CONCEBIR Y A DAR A LUZ UN HIJO Y LE PONDRÁS POR NOMBRE JESÚS. ÉL SERÁ GRANDE Y SERÁ LLAMADO HIJO DEL ALTÍSIMO; EL SEÑOR LE DARÁ EL TRONO DE DAVID, SU PADRE, Y ÉL REINARÁ SOBRE LA CASA JACOB POR LOS SIGLOS Y SU REINADO NO TENDRÁ FIN.

YO SOY LA ESCLAVA DEL SEÑOR, CÚMPLASE EN MÍ LO QUE ME HAS DICHO." 

Lc 1, 26-38

En el camino del Amor perfecto.

<< Soy la Inmaculada Concepción. Soy su Madre, toda hermosa. Soy la Mujer vestida de sol.
Porque sin sombra de pecado, ni siquiera del original, del que fui preservada por singular privilegio, he podido reflejar integro el designio que el Padre tuvo en la creación del universo.
Así he podido dar al Señor, de manera perfecta, la mayor Gloria. Porque toda bella y llena de gracia, el Verbo del Padre me escogió como su morada e, inclinándose sobre mi extrema pequeñez, con divino prodigio de Amor, descendió a mi seno virginal, asumió su naturaleza humana y se hizo mi Hijo amadísimo.
Así me he convertido en verdadera Madre de Jesús y verdadera Madre suya.
Y porque soy verdadera Madre suya, Jesús me ha confiado la misión de engendrarlos continuamente en Él, conduciéndolos por el camino del Amor, de la Gracia Divina, de la Oración, de la Penitencia, de su interior conversión.
En esta lucha cotidiana contra Satanás y contra el pecado, mi puesto es el de Capitana vencedora.
Soy hoy la Mujer vestida de sol, que combate contra el dragón rojo, y su poderoso ejercito.
Jesús espera el momento de instaurar, por medio de ustedes, su Reino de Amor, para llevar a cabo el Querer del Padre de manera perfecta.
Retornará así toda la creación a su original glorificación de Dios…
Caminen con la mayor confianza. Caminen en pos de la Luz de su Madre Inmaculada.
Los recubro con mi mismo esplendor, los revisto de mis virtudes, los marco con mi sello, les revelo los secretos de la Divina Sabiduría, los conduzco cada día por el camino del Amor Perfecto.
La Santísima Trinidad recibe hoy alabanza y gloria por sus labios, mis pequeños.
Son la alegría más profunda de mi Corazón Inmaculado: ustedes son ya parte de mi victoria.
A todos, hoy, los ilumino, los protejo, los consuelo y los bendigo.>> 

"OYE Y TEN ENTENDIDO, HIJO MÍO EL MÁS PEQUEÑO, QUE ES NADA LO QUE TE ASUSTE Y AFLIGE; NO SE TURBE TU CORAZÓN; NO TEMAS ESA ENFERMEDAD NI OTRA ENFERMEDAD Y ANGUSTIA. ¿NO ESTOY YO AQUÍ, QUE SOY TU MADRE? ¿NO ESTAS BAJO MI SOMBRA? ¿NO SOY YO TU SALUD? ¿NO ESTAS POR VENTURA EN MI REGAZO? ¿QUÉ MÁS HAS DE NECESITAR?...

...TU MADRE DE GUADALUPE, QUE TE AMA


lunes, 12 de diciembre de 2011

Música en la Tilma Guadalupana



Signos de la Virgen de Guadalupe



—Beato Juan Pablo II (México, enero de 1979).
¡Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia! Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.

Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, a Ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todo nuestro ser y todo nuestro amor.

Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.

Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y Madre nuestra.

Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena felicidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa.

Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los Obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.

Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorgue abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe, y celosos dispensadores de los misterios de Dios.

Concede a nuestros hogares la gracia de amar y de respetar la vida que comienza, con el mismo amor con el que concebiste en tu seno la vida del Hijo de Dios. Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, protege a nuestras familias, para que estén siempre muy unidas, y bendice la educación de nuestros hijos.

Esperanza nuestra, míranos con compasión, enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos a levantarnos, a volver e Él, mediante la confesión de nuestras culpas y pecados en el Sacramento de la Penitencia, que trae sosiego al alma. Te suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los santos Sacramentos, que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la tierra. Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia, con nuestros corazones libres de mal y de odios podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz, que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que con Dios Padre y con el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos, Amén.



Solo por este día...



Dios, te doy gracias por este día. Sé que aún no he logrado todo lo queesperas de mí y si esa es la razón por la cual me bañas en el fresco rocío de otro amanecer. Me siento muy agradecido.

Estoy preparado, al fin, a hacer que te sientas orgulloso de mí.

Me olvidaré del día de ayer, con todas sus pruebas y tribulaciones, con todos sus agravios y sus frustraciones. El pasado ya es un sueño del cual no puedo recuperar ni una sola palabra ni borrar ningún acto imprudente. Sin embargo, tomaré la decisión de que si el día de ayer lastimé a alguien a través de mi imprudencia o mi irreflexión, no dejaré que el día de hoy el sol se ponga sin rectificar y nada de lo que haga este día tendrá mayor importancia.

No me preocuparé por el futuro. Mi éxito y mi felicidad no depende de que me esfuerce en adivinar lo que acecha débilmente en el horizonte, sino en hacer, el día de hoy, lo que claramente tengo al alcance de la mano.

Atesoraré este día, puesto que es todo lo que tengo. Sé bien que sus horas que se deslizan apresuradas no pueden acumularse ni almacenarse como un valio­so grano, para su uso futuro.

Viviré como lo hacen todos los buenos actores cuando están en escena. . . sólo en el momento. No pude desempeñarme al máximo este día lamentan­do los errores de mis actos previos, ni preocupándome por la próxima escena.

Abordaré las tareas difíciles de este día, me quitaré el saco y levantaré polvo en el mundo. Recordaré que mientras más ocupado esté, menos probabilidades tendré de sufrir, más apetitosos serán mis alimentos, más dulce mi sueño y más satisfecho me sentiré con mi lugar en el mundo.

El día de hoy me liberaré de la esclavitud del reloj y del calendario. Aun cuando planearé este día con objeto de cuidar de mis pasos y de mis energías, empezaré a medir mi vida en hechos, no en años; en pensamientos, no en estaciones; en sentimientos, no en los números sobre un cuadrante.

Estaré consciente de lo poco que se necesita para hacer de éste un día feliz. Jamás buscaré la felicidad, porque la felicidad no es una meta, es sólo un producto secundario y no hay felicidad en tener o en recibir, sólo en dar.

No huiré de ningún peligro con el cual pueda tropezar el día de hoy, porque estoy seguro de que no me sucederá nada de lo que no esté equipado para manejar con tu ayuda. Así como toda gema se pule por medio de la fricción, estoy seguro de que yo seré más valioso a través de las adversidades de este día y si tú me cierras una puerta, siempre me abres otra.


Viviré este día como si fuese Navidad. Seré un repartidor de dones y les daré a mis enemigos el don del perdón; a mis oponentes, el de la tolerancia; a mis amigos, con una sonrisa; a mis hijos, el de un buen ejemplo; y todos esos rega3os irán envueltos en un amor incondicional.

No desperdiciaré ni siquiera un preciado segundo del día de hoy con sentimientos de cólera, de odio, de celos o de egoísmo. Sé que las semillas que siembro son las que cosecharé, porque cada acción, buena o mala, siempre va seguida de una reacción igual. El día de hoy sólo sembraré las buenas semillas.

Trataré al día de hoy como si fuese un inaprecia­ble violín. Una persona puede sacarle notas armoniosas y otra, notas discordantes y, no obstante, nadie puede culpar al instrumento. La vida es la misma y si la toco correctamente, producirá belleza, pero si la toco con ignorancia, producirá fealdad.

Me condicionaré a mí mismo para considerar todos los problemas con los cuales tropiece el día de hoy como si no fuesen otra cosa que un guijarro en mi zapato. Recuerdo el dolor, tan severo que apenas po­día caminar y recuerdo mi sorpresa cuando al quitar­me el zapato encontré sólo un grano de arena.

Trabajaré con el convencimiento de que nunca se ha logrado nada grande sin entusiasmo. Para hacer cualquier cosa digna de hacerse, no debo retroceder tembloroso, pensando en el frío y en el peligro, sino saltar hacia adelante con entusiasmo y salir adelante tan bien como pueda hacerlo.

Me enfrentaré al mundo con las metas que me he fijado para el día de hoy, pero serán metas fáciles de alcanzar, no esa variedad tan vaga e imposible que declaran todos aquellos que han hecho una carrera del fracaso. Me doy cuenta de que siempre me pones a prueba primero con un poco, para ver lo que haría con mucho.

Jamás ocultaré mis talentos. Si guardo silencio, seré olvidado, si no avanzo, retrocederé. Si el día de hoy me aparto de mi desafío, mi propia estimación quedará cicatrizada para siempre y si dejo de crecer, aun cuando sólo sea un poco, me empequeñeceré. Recha­zo la posición estacionaria porque siempre es el principio del fin.

Conservaré una sonrisa en mi rostro y en mi corazón, incluso si algo me duele el día de hoy. Sé que el mundo es un espejo y que me devuelve el reflejo de mi propia alma. Ahora ya he comprendido el secreto para corregir la actitud de los demás, y es corregir mi propia actitud.

El día de hoy me alejaré de cualquier tentación que pudiese obligarme a faltar a mi palabra o a perder el respeto hacia mí mismo. Estoy seguro de que lo único que poseo más valioso que mi vida es mi honor.

Este día trabajaré con todas mis fuerzas, satisfecho por saber que la vida no consiste en revolcarse en el pasado o en atisbar ansioso hacia el futuro. Me causa consternación contemplar el sinnúmero de dolorosos pasos mediante los cuales uno llega a una verdad tan antigua, tan obvia y que se expresa con tanta frecuencia. Cualquier cosa que me ofrezca, poco o mucho, mi vida es ahora.

Haré una pausa siempre que el día de hoy sienta lástima de mí mismo y recordaré que es el único día que tengo y que debo aprovecharlo al máximo. Tal vez no logre reconocer lo que mi parte pueda signifi­car en el gran todo, pero estoy aquí para jugarla y ahora es el momento de hacerlo.

Contaré este día como una vida separada.

Recordaré que todos aquellos que tienen menos cosas de qué arrepentirse son aquellos que aceptan cada momento tal y como se presenta y por todo lo que vale.

¡Este es mi día!

Estas son mis semillas.

Gracias, Dios mío, por este preciado jardín del tiempo.

OG MANDINO

Domingo 3° de Adviento



"HUBO UN HOMBRE ENVIADO POR DIOS, QUE SE LLAMABA JUAN. ESTE VINO COMO TESTIGO, PARA DAR TESTIMONIO DE LA LUZ, PARA QUE TODOS CREYERAN POR MEDIO DE ÉL. EL NO ERA LA LUZ, SINO TESTIGO DE LA LUZ." JN 1, 6-8.19-18


La niña de mis ojos.


<< Hago descender desde mi Corazón Inmaculado torrentes de Amor y Misericordia sobre todos ustedes, sobre la Iglesia y sobre esta pobre humanidad. 


Como en mis ojos permanece impresa la imagen del pequeño Juan Diego, a quien me parecí, también ustedes están impresos en los ojos y en el corazón de su Madre Celestial.

Son la niña de mis ojos, porque son mis más pequeños hijos, completamente consagrados a Mí, y así sobre ustedes Yo puedo derramar toda la ternura de mi Amor Maternal. 

Son la niña de mis ojos, porque se dejan conducir por Mí con tanta docilidad. Ustedes me escuchan, secundan mis peticiones, camina por la senda que Yo le he trazado, y así, por medio de ustedes, Yo puedo realizar el gran designio del triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo.

Son la niña de mis ojos, porque a través de ustedes Yo puedo difundir la Luz de la Fe en los días de la gran apostasía, el perfume de la Gracia y de la Santidad en el tiempo de la gran perversión y la fuerza victoriosa del Amor en la hora de la violencia y del odio.

Son la niña de mis ojos, por el gran amor que tienen a Jesús Eucarístico. Con que Alegría los miro, cuando van ante el Sagrario a dar a Jesús su homenaje de amor, de adoración y de reparación. 

En el tiempo en que Jesús Eucarístico está rodeado de tanta indiferencia, de tanto vació, ustedes difunden las solemnes horas de adoración eucarística, rodean a Jesús de flores y de luces como signo indicativos de su Amor y de su piedad.

Son la niña de mis ojos, porque son sencillos, pobres, humildes y así me aman con todo el candor de su corazón de niños. Por eso comenzarán mi gran victoria contra todas las fuerzas masónicas y satánicas para el mayor triunfo de mi Hijo Jesús.

Con todo mi Amor de Madre, consolada y glorificada por ustedes, los bendigo en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.>>


martes, 6 de diciembre de 2011

Domingo 2° de Adviento


"Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo lo he bautizado a ustedes con agua, pero Él los bautizará con el Espíritu Santo." Mc 1, 1-8


<< Contemplen hoy el esplendor celestial de su Madre Inmaculada y déjense atraer todo tras las onda de mi suave perfume.

Soy la Inmaculada Concepción. Soy toda bella: tota pulchra. Soy el Tabernáculo viviente de la Santísima Trinidad, donde el Padre es perennemente glorificado, el Hijo perfectamente amado y el Espíritu Santo plenamente poseído.

Soy la puerta que se abre para su salvación. Mi misión materna es la de prepararlos a recibir a mi Hijo que viene. 

- Abran las puertas a Cristo.

Jesús vino a ustedes el día de su nacimiento terreno; por medio de Mí su Madre Virginal, para ser su Salvador y su único Redentor. Contémplenlo con pureza de corazón y con una mirada de amor en el momento que nace de Mí, es depositado en un pesebre, experimenta el rigor del frío y del hielo de un mundo que lo ignora y lo rechaza.

Este pequeño niño que llora es Dios con nosotros, es el Redentor del mundo, es el único Salvador. Sin Él es imposible para el hombre encontrar la Salvación.

- Abran las puertas a Cristo.

Abran las puertas de su mente, para acoger con humildad y con docilidad su Divina Palabra. En la tiniebla profunda que envuelve las mentes de una humanidad inmersa en el error, sólo su Palabra les trae la Luz de la Verdad. Hagan resplandecer en el mundo el anuncio de su Evangelio. 

Cumplan la misión que les ha sido confiada de una nueva evangelización. Lleven también su Palabra a los pobres, a los pecadores, a los enfermos, a los presos para que puedan caminar todos en la Luz de la Verdad.

- Abran las puertas a Cristo.

Abran las puertas de su alma, para acogerlo de una manera digna, en el momento en que se comunica bajo las especies de la Eucaristía. Es Jesús en su Persona Divina, con su Cuerpo Glorioso y su Divinidad, a quien reciben, cuando se acercan a la Santa Comunión.

Deben preparar en sus almas una morada que sea digna de Él. Por esto los invito a huir del pecado, a no dejarse poseer por el pecado, para vivir siempre en la Gracia y en el Amor de Dios. 

Su alguna vez les ocurriese la desgracia de caer en el pecado mortal, es necesaria la confesión sacramental antes de recibir la Comunión Eucarística.
Hoy mi Corazón sangra al ver como se difunden cada vez más comuniones sacrílegas a causa de muchos que se acercan a recibir a Jesús en la Eucaristía en estado de pecado mortal, sin confesarse.

Por lo tanto que sus almas estén llenas de Gracia y de Santidad, de tal manera que reciben a Jesús de modo digno cuando se da a ustedes en el Sacramento de su Amor.

- Abran las puertas a Cristo.

Abran las puertas de su corazón, para que puedan acogerlo con la fuerza de su amor. Jesús los lleva a la perfección del Amor. Él ama en ustedes, por medio de ustedes su amor se derrama a todos.

Por medio suyo su Caridad Divina se dilata y así los convierte en instrumentos del triunfo de su Amor Misericordioso.

- Abran las puertas a Cristo.

Abran las puertas de su vida a Cristo cuando volverá en el esplendor de su Gloria. La vida cristiana debe estar siempre orientada a esta espera. Por esto los invito a vivir en la Confianza y en una gran Esperanza. 

Déjense llevar entres los brazos de su Padre Celestial con abandono filial. Entonces cada día de este tiempo doloroso será vivido por ustedes en la serenidad y en la alegría.

Porque los sufrimientos del mundo presente no son comparables a la Gloria que les espera, cuando Cristo se manifieste y ustedes lo verán tal como es; en el fulgor de su Divino Esplendor.>>

Domingo 1° de Adviento


"VELEN Y ESTÉN PREPARADOS" Mc 13,33-37


<< Inicien este período de Adviento Conmigo, Hijos. Inmersos en mi Luz inmaculada, que se difunde por doquier como aurora, para anunciar la venida de Cristo, dispónganse todos a recibir con alegría al Señor que viene. Prepárense bien a la Santa Navidad.

Prepárense Conmigo a vivir la memoria liturgica de su nacimiento, en la paz, en el silencio, en la estremecida espera. En este tiempo de preparación se acreciente en la fe, se ilumine la esperanza, se fortalezca la caridad, se haga más intensa su oración.

Prepárense Conmigo a la venida de Jesús, que cada día se realiza en el misterio de su real presencia Eucarística y bajo los despojos humanos de cada persona que se encontréis. Este cotidiano encuentro con Jesús debe convertirse para ustedes en una gozosa y perenne Navidad.

Abran sus almas a recibir el don de su Gracia y de su Amor. Abran de par en par las puertas de sus corazones para ofrecerle una cálida morada de amor, cuando viene para darse personalmente a cada uno de ustedes en el momento de la Comunión Eucarística.

Ilumínense sus mentes, para saberlo reconocer siempre bajo las frágiles y dolorosas semblanzas de los pequeños, de los pobres, de los enfermos, de los necesitados, de los alejados, de los marginados, de los oprimidos, de los perseguidos, de los moribundos.

Prepárense Conmigo a su glorioso retorno. En estos tiempos debo preparar a la Iglesia y a toda la humanidad a su cercano retorno en gloria. Por esto mi presencia entre ustedes se hará cada vez más fuerte, y mi Luz se hará aún más intensa, como la aurora cuando alcanza su cima y da paso al sol, que aleja del mundo todas las sombras de la noche.

Aléjense de la tenebrosa noche de la proclamada negación de Dios y de la obstinada rebelión a su santa Ley, para disponerse a recibir el radiante sol del "Emmanuel", de "Dios con nosotros".

Aléjense de la noche del pecado y de la impureza para prepararse a recibir al Dios de la Gracia y de la Santidad.

Aléjense de la noche del odio, del egoismo y de la injusticia para correr al encuentro dle Dios del amor y de la paz.

Aléjense de la noche de la incredulidad y de la soberbia para prepararse a la venida de Jesús en la fe y en la humanidad.

De ahora en adelante, verán hacerse más potente mi luz hasta alcanzar el vértice de su esplendor, que se refleja en todas las partes de la tierra.

Cuanto más se difunda, por doquier la Luz inmaculada de su Madre Celeste, tanto más la humanidad y la Iglesia estarán preparadas a recibir al Señor que viene.>>


lunes, 5 de diciembre de 2011

Adviento


Tiempo de Adviento 2011

El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico y empieza el domingo siguiente de la fiesta de Cristo Rey, el 28 de noviembre.
Término: Adviento viene de adventus (latín), significa : venida, llegada, termina el 24 de diciembre por la mañana. Forma una unidad con la Navidad y la Epifanía.
Color: En este tiempo se utiliza el color morado.
Sentido: El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor.

Duración: 4 semanas

1. ¿Qué es el Adviento?
Es el tiempo litúrgico marcado por las cuatro semanas antes de Navidad, en las que centramos nuestra mirada en la espera y preparación de la venida de Jesucristo. 

No se trata de hacer como una ficción consistente en simular que Jesús todavía no ha venido a nuestro mundo, e imaginarnos que somos la gente del Antiguo Testamento que esperaban la llegada del Mesías. Jesús ya vino hace dos mil años, y con su venida ha transformado nuestra historia y nuestra vida. Somos sus seguidores y hemos recibido su Espíritu para ser continuadores de su obra. ¿Qué quiere decir entonces, esperar y preparar su venida? Quiere decir varias cosas: en primer lugar, significa revivir la venida histórica de Jesús, quiere decir mirar hacia atrás, hacia ese acontecimiento trascendental sucedido hace dos mil años y revivirlo con toda la intensidad. Por eso en el Adviento nos preparamos para celebrar, con toda intensidad ese hecho decisivo para nuestra salvación: Dios se ha hecho hombre, ha venido al mundo a vivir como uno de nosotros, ha entrado en nuestra historia para librarnos del pecado y del mal, ha asumido nuestra naturaleza humana, nuestra carne, y ha hecho de ella vida plena, vida divina. Adviento significa en segundo lugar celebrar y abrirse a la venida constante de Dios, de Jesús, a nuestras vidas y a la vida de la humanidad, venida que se realiza ahora, en cada momento. El tiempo del Adviento nos ayuda a tener presente que Dios viene constantemente a nuestras vidas, a través de los acontecimientos y de las personas con que nos encontramos a diario. Todo hombre y toda mujer, todo acontecimiento que sucede es una llamada que nos hace Dios, una presencia de Dios que nos interpela. Finalmente, en el Adviento celebramos una tercera venida del Señor: es su última venida, la venida definitiva al final de los tiempos, cuando llegará a término nuestra historia humana y entraremos para siempre en la vida de Dios. Este es el horizonte final de nuestra existencia: compartir con toda la humanidad la vida plena de Dios. Jesús vendrá entonces y transformará definitivamente nuestro mundo y nuestras vidas para que sean para siempre vida de Dios, Reino de Dios.

2. Las actitudes del Adviento
Las actitudes interiores que mejor nos preparan a esta venida se pueden expresar de la siguiente manera:



Mantenerse vigilantes en la fe, en la oración, en una apertura atenta y disponible a reconocer los “signos” de la venida del Señor en todas las circunstancias y momentos de la vida, y al final de los tiempos. Por la fe percibimos y reconocemos la presencia de Dios en los sacramentos, en su Palabra, en la asamblea litúrgica y en el testimonio de cada uno de los bautizados. La vigilancia nos pone en guardia ante el mal que nos acecha y nos invita a poner nuestra confianza en Dios que nos salva y nos libera de ese mal y que pasa por nuestras cosas.

Andar por el camino trazado por Dios, dejar de andar por caminos torcidos: “convertirse” para seguir a Jesús hacia el reino del Padre.

Andar por el camino trazado por Dios, dejar de andar por caminos torcidos: “convertirse” para seguir a Jesús hacia el reino del Padre.

Dar testimonio de la alegría que nos trae Jesús salvador, junto con la caridad afable y paciente hacia los otros; estar abiertos a todas las iniciativas que busquen el bien común, a través de las cuales ya se construye el Reino de Dios.

Profundizar en el espíritu de oración: el Adviento invita a vivir más intensamente el espíritu de oración. Acercarse más al Señor que viene, desear su venida, poner ante él la debilidad de nuestra condición humana, reconocer que sin él no podemos hacer nada, compartir con él la vida que hemos vivido y descubrir en ella su presencia, compartir con él nuestras alegrías e ilusiones. Sin espíritu de oración, todo el camino de espera de la venida del Señor sería una cosa externa a nosotros, no llegaría a nuestro interior. Todo el Adviento tiene que ser vivido como un levantar el corazón a Dios, para que penetre muy adentro en nosotros su presencia salvadora.

Conservar un corazón pobre y vacío de sí mismo, imitando a san José, a la Virgen y a san Juan Bautista, los otros “pobres” del evangelio, quienes precisamente por ser así, supieron reconocer en Jesús al Hijo de Dios, venido a salvar a todos los hombres y mujeres. El Adviento también es tiempo de conversión, es reconocer que necesitamos de él. Implica una actitud de hambre y de pobreza espirituales, hambre de ser liberados de las opresiones y esclavitudes del pecado. Pobreza que nos lleva a sentirnos necesitados de Aquel que es más fuerte que nosotros. Disposición para acoger cada una de sus iniciativas.

Participar en la celebración eucarística durante el Adviento, significa acoger y reconocer al Señor que siempre viene a estar en medio de nosotros, seguirlo por el camino que conduce al Padre, para que con su venida gloriosa al final de los tiempos, él nos introduzca a todos juntos en el Reino, para ”hacernos tomar parte de la vida eterna”, con los bienaventurados y santos del cielo. El Adviento es tiempo propicio para escuchar la Palabra de Dios que nos invita a estar alerta: “Tengan cuidado: no se les eche encima de repente ese día y queden al margen.”

Despertar los sentimientos de alegría, esperanza y paz, aun en medio de las dificultades. Esta actitud va muy unida a la vigilancia. La segunda venida del Señor nos da alegría y paz y alimenta nuestra esperanza, mientras caminamos en este mundo. Porque sabemos que, pase lo que pase, siempre tenemos la confianza de que Dios nos ama y nos acoge a todos, pero especialmente a los pobres y a los que más han sufrido, y nos dará una vida nueva que nadie nos nos podrá arrebatar, no sólo individualmente sino a todos, porque todos los hombres y mujeres, la humanidad en colectivo, estamos llamados a la vida de Dios.

Actitud misionera: es hacer presencia de Cristo en el mundo. El hombre busca ansiosamente su razón de existir. A pesar del avance de la tecnología que ha facilitado mucho las comunicaciones, el hombre no ha llegado todavía al coloquio fraterno. Cada vez se siente más necesitado de la comunidad que se establece entre las personas. El cristiano debe ser signo de fraternidad y comunión, y testigo de Cristo en un mundo que, tentado por el progreso técnico y por el humanismo, a veces quiere emanciparse de Dios.

Cultivar la virtud de la paciencia: los primeros cristianos pensaban que la segunda venida del Señor se realizaría muy pronto y que ellos serían llevados, aún con vida, hacia la vida definitiva. Con el paso del tiempo al ver que esto no ocurría, los apóstoles y los responsables de las comunidades fueron descubriendo que había que tomar otra actitud: hay que pasar de la tensión del que espera el fin inmediato del mundo que dé seguidamente la salvación a la actitud de considerar la vida en este mundo como un camino hacia la plenitud que un día llegará. Es cierto que el Señor viene, que está cerca, pero no sabemos exactamente cuándo se manifestará definitivamente (cf. St 5,7-8; Mc 4,26-29; Mt 13,24-30).

3. Las dos partes del tiempo del Adviento

Un aspecto importante del Adviento es que litúrgicamente está dividido en dos partes. Esto se nota principalmente en la distribución de las lecturas. a. La primera parte del Adviento es la que va desde el primer domingo hasta el 16 de diciembre. Durante todo este tiempo, lejos aún de la preparación de la Navidad, las lecturas de la misa invitan a vivir la esperanza en la venida del Señor en todos sus aspectos: la venida salvadora al final de los tiempos, la venida salvadora ahora, cada día, y la venida salvadora que tuvo lugar hace dos mil años. 

Estos tres aspectos se mezclan y son enfocados por las lecturas de los profetas y de los evangelios. Los primeros días del Adviento (hasta el miércoles de la segunda semana), el centro de interés de las lecturas está en unos textos tomados del profeta Isaías, leídos como primera lectura. Los oráculos de Isaías nos van guiando en la espera de la vida nueva de Dios que el Mesías viene a traer. Como complemento, el evangelio nos presenta un conjunto de escenas de la vida de Jesús que muestran que las profecías de Isaías se van cumpliendo en las palabras y los hechos de Jesús.

A partir del jueves de la segunda semana, el personaje principal de las lecturas es Juan Bautista. Desde este día hasta el 16, se leen trozos del evangelio en los que aparece Juan Bautista o se habla del significado de su misión como precursor del Señor.
b. La segunda parte del Adviento

Al llegar el día 17, cambia la escenografía del Adviento. Esta última semana se concentra en la preparación de la Navidad. El día 17 se dejan las lecturas que se venían haciendo según el orden semanal y se empieza el nuevo orden de lecturas que va según el número del día (17 de diciembre, 18..., etc.) Esta semana guarda una cierta semejanza con la Semana Santa que concluye la Cuaresma y conduce a la Pascua. Por eso algunos la han llamado “la semana santa que prepara la Navidad”. La liturgia invita a vivir estos días con mayor alegría, guiados por los personajes que vivieron con tan de cerca el acontecimiento del nacimiento del Mesías: María, José, Zacarías, Isabel, etc.

Los evangelios de estos días nos preparan ya directamente para el nacimiento de Jesús: se lee primero el capítulo 1 del evangelio de Mateo, luego las escenas del capítulo 1 de Lucas. Así se puede contemplar toda la preparación inmediata del cumplimiento de las promesas de Dios. Esas promesas de Dios, que se habrían de cumplir en Jesús, se leen en los pasajes del Antiguo Testamento, como la primera lectura.
La Liturgia de las Horas también contiene muchos elementos que preparan para la Navidad.

4. Los cuatro domingos del Adviento

Los cuatro domingos del Adviento son la columna vertebral que ayuda a la vivencia de este tiempo. El domingo sentimos de manera especial que lo que vivimos a diario entra en contacto personal y comunitario con el Señor. Hay toda una pedagogía para vivir el tiempo del Adviento desarrollada progresivamente a lo largo de los cuatro domingos: el primer domingo se centra la atención sobre todo en la venida gloriosa del Señor al final de la historia para llevar a cabo la consumación de su Reino. El segundo y tercer domingos, el interés se centra el Juan el Bautista y nos apremian a preparar el camino del Señor, a estar atentos a su venida constante. El cuarto domingo se centra en la preparación de la fiesta ya muy cercana de la Navidad: María es la figura central, y su espera es el modelo y estímulo de nuestra espera. Ese itinerario está complementado por las primeras lecturas: en los tres primeros domingos, las primeras lecturas recogen las grandes esperanzas de Israel, y en el cuarto domingo también conducen junto con el evangelio a las promesas más directas del nacimiento del Hijo de Dios. Los salmos por su parte cantan la salvación del Dios que viene o son plegarias que piden su venida o su gracia renovadora. Las segundas lecturas,tomadas de las cartas de San pablo o demás cartas apostólicas, exhortan a vivir la venida del Señor.
Una buena manera de vivir el Adviento será dedicar cada semana un rato a reflexionar sobre estos textos, sobre todo, las lecturas del domingo correspondiente. A continuación se presenta un esquema de las lecturas de estos días.



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